Ejecutivos excelentes
Profesionalidad, integridad, responsabilidad, compromiso, capacidad comunicativa, iniciativa, fidelidad, agilidad, respetuoso, equilibrado, lealtad y con principios. A todo esto habrá que añadir conocimientos técnicos y tendremos perfilado, más o menos, el retrato robot del nuevo ejecutivo.
Profesionalidad, integridad, responsabilidad, compromiso, capacidad comunicativa, iniciativa, fidelidad, agilidad, respetuoso, equilibrado, lealtad y con principios. A todo esto habrá que añadir conocimientos técnicos y tendremos perfilado, más o menos, el retrato robot del nuevo ejecutivo.
Se les exige cada vez más. Tienen buena formación y predisposición para estar constantemente aprendiendo. Sin embargo, no es suficiente. Deben demostrar que reúnen una serie de habilidades directivas, como capacidad de liderazgo o de conducción de equipos, y ética. æpermil;stos y otros principios y valores de actuación se reúnen en el Decálogo del directivo, un documento que reflexiona sobre las principales responsabilidades de la alta dirección para el buen gobierno de la empresa. Ha sido elaborado por ejecutivos de la Comisión de la función directiva de la Asociación Española de Directivos (AED). 'No pretendemos dictar imperativos morales. Se trata de un documento de trabajo con el que reflexionar con el fin de establecer un conjunto de buenas prácticas frente a la propiedad, la empresa y la sociedad', explicó el presidente de la AED, Ramón Adell.
El escrito destaca, en primer lugar, que la relación del ejecutivo con la empresa es de contraprestación de servicios. En este sentido, el directivo deberá aplicar la máxima dedicación y profesionalidad en favor de la organización.
Los ejecutivos han de asumir su tarea con un alto grado de autoexigencia
Deberá, además, evitar el conflicto entre su cometido y los intereses de la empresa. En definitiva, se le exige responsabilidad. Para ello, también tiene el derecho y el deber de conocer los objetivos y las expectativas de los accionistas de la empresa. 'De esta forma no incurrirá en decisiones que puedan resultar inadecuadas en función de intereses no conocidos por su parte', dice el documento de la Asociación Española de Directivos (AED). En este sentido, el papel más importante en estos momentos del directivo es hacer bien las cosas.
'A un ejecutivo se le tiene que pedir, además de conseguir logros numéricos, que cohesione a los equipos de trabajo y que participe en la creación de valor para la organización' apunta el socio de Garrigues y presidente de la Comisión del comité jurídico y fiscal de la AED, Alberto Collado.
Total implicación. Los ejecutivos tienen que conseguir involucrar y hacer suyo el compromiso de compartir retos y valores con el resto de sus colaboradores. Pero no ha de conseguir sólo esto. Es su obligación, así lo recomienda el citado escrito, formar, mantener y potenciar al equipo. Eso implica, además, 'asumir como objetivo global que la dinámica empresarial facilite la conciliación de la vida familiar y profesional'.
En la elección de los miembros del equipo debe primar la máxima objetividad posible, los criterios profesionales y que el perfil de los candidatos se ajuste a la cultura de la empresa.
Es necesario que los altos ejecutivos asuman su tarea con una alto grado de autoexigencia y evalúen periódicamente su gestión para conseguir, a través de un proceso de crítica constructiva, mejorar su grado de eficacia, eficiencia y coherencia. 'La equidad y la responsabilidad social son compatibles con la autoridad'. De esta manera el directivo tratará de definir y de formular estrategias, decidir retribuciones y liderar procesos'.
El entorno cambiante de los proyectos empresariales requiere que la propiedad de la compañía tenga acceso a toda la información que concierna a la marcha de la empresa, con el fin de que se puedan evaluar en su justa medida las expectativas y sus riesgos. Lo cierto es que en la última década, el perfil de los directivos ha cambiado 'hacia valores más humanos', apunta el director general de la Escuela de Administración de Empresas (EAE), Alfonso Cebrián. 'Partimos de que en estos momentos existe una gran preocupación por el grado de implicación de los equipos directivos y la vida personal le está quitando fuerza a la vida profesional', explica.
También recomienda a los ejecutivos que no se escuden en los equipos para restar peso a la responsabilidad que debe asumir. 'Lo que tienen que hacer es dirigirlos', señala Cebrián.
Lo que tiene que conseguir todo buen directivo es crear un sentimiento de unidad con el objetivo de alcanzar una meta común.
Así lo explicó el consultor Stein Tennebo, que participó ayer en una jornada sobre entrenamiento de directivos, organizada por la Escuela de Negocios San Pablo-CEU y Creade. 'Es en las charlas informales donde se crean y desarrollan las relaciones sociales que mantienen a la empresa unida', afirmó. Según Tennebo, los directivos suelen estar ocupados la mayor parte del tiempo con reuniones formales, alejadas de lo que en realidad sucede dentro de la compañía. La única forma de saberlo es pasar tiempo con los empleados, dedicarles atención y mostrar interés por sus problemas.
Este ejercicio, aseguró este consultor, requiere proximidad y curiosidad por lo que piensa el resto de los profesionales que componen el equipo. Y animó a los ejecutivos a participar en los 'corrillos' de empresa.
'Ahora debe volcarse en la comunicación'
No se exige más, se exige de manera diversa y con objetivos distintos. El presidente de la Asociación Española de Directivos (AED), Ramón Adell, señala que entre las nuevas exigencias se encuentra la capacidad de liderazgo, de adaptación y de comunicación. æpermil;sta última parece ser un requisito, según Adell, que va en aumento. 'Una parte del tiempo diario la dedica el directivo a comunicar a los mercados, al consejo de administración, al equipo y al resto de las partes implicadas dentro de una empresa', señala.En su opinión, la formación, las habilidades directivas y la ética son los tres pilares sobre los que se sostiene el perfil del directivo. 'Aunque la formación técnica va teniendo menor peso porque la concepción de las cosas varían tan rápidamente, que el mejor activo es la capacidad de adaptación que permite actuar en cualquier entorno'.
'Hay que dejar que cometan errores'
No debe tener obligación de acertar siempre. Los errores deberían estar permitidos. Lo explica el director general de la Escuela de Administración de Empresas, Alfonso Cebrián: 'Habría que permitir un margen para poder equivocarnos. Es la única manera de mejorar y de aprender'. Si esto ocurre, el ejecutivo no tendría inconveniente en reconocer su error. 'Es una responsabilidad que debe asumir y las empresas deberían dejar un margen de maniobra para que esto ocurriera', explica Cebrián, quien matiza que esto ni significa apostar por los errores, sino tratar de mejor manera a lo que ha venido ocurriendo hasta ahora la cultura de la equivocación.Un directivo, explica, debe 'tener la tranquilidad suficiente para poder reconocer, sin traumatizarse, que se ha equivocado'. Sólo de esta manera se puede sacar una lectura positiva. 'Compartir errores significa compartir experiencia y aprendizaje'. Esto siempre es sano.
'Los logros se obtienen con equipo y ética'
La formación del directivo es decisiva para que éste tenga mayor conciencia del papel de responsabilidad que asume en una empresa. Así lo cree el presidente de la Comisión del comité jurídico fiscal de la Asociación Española de Directivos (AED) y socio de Garrigues, Alberto Collado, quien añade que el rol del directivo cada vez gana peso dentro de las organizaciones, que valoran los aspectos cualitativos conjuntamente con la capacitación técnica del directivo.'Las empresas crean equipos de personas y el directivo tiene que asumir el papel del líder', afirma Collado, quien asegura que ese liderazgo se manifiesta precisamente en la capacidad de creación de equipos y en la cohesión de recursos de la empresa.Propone, además, que todos los empleados, independientemente del puesto que ocupen, que aporten valor a la compañía deberían participar de un marco que les permita participar de ese valor con un sistema legal y fiscal que les de seguridad jurídica y sea razonable'.