Europa digitaliza toda su memoria cinematográfica
Europa se enfrenta al reto de digitalizar más de un siglo de historia audiovisual, no sólo para facilitar su conservación y almacenamiento, sino, sobre todo, para que pueda estar al alcance del público. Miles de kilómetros de celuloide y de cinta magnética de vídeo deberán copiarse a un soporte digital si se quiere que 'la herencia audiovisual europea vuelva a cobrar vida', según afirmó ayer Nicolas Mazzani, director del proyecto First sobre restauración y conservación cinematográfica.
Representantes de la Comisión Europea, de las filmotecas europeas y de multinacionales del sector como Kodak, Sony, Siemens o Barco, se dieron cita ayer en el Palacio de Bellas Artes de Bruselas para conocer el resultado de dos años de trabajo en los que un millar de especialistas se han planteado para First el futuro digital del mundo cinematográfico.
El proyecto ha servido para constatar la envergadura de la operación que, según los expertos, requerirá la inversión de 'millones de euros' en investigación, nuevas tecnologías y formación del personal de las filmotecas europeas. Nadie parece atreverse a calcular la factura. Pero un laboratorio de posproducción digital cuesta unos ocho millones de euros, y aunque los expertos advierten que esa referencia no es extrapolable, 'sí indica la escala de la inversión, muy elevada, que hará falta en Europa'.
First también ha permitido desterrar algunos mitos que acompañan a la era digital. 'Las proyecciones de cine tal y como las conocemos serán una experiencia de museo', augura el ingeniero Paul Read, 'pero el celuloide sobrevivirá'. De hecho, aún no existe ningún soporte digital que iguale la resistencia de un material que, en ciertas condiciones de temperatura y humedad, puede aguantar 500 años. 'Es mucho más urgente hacer copia de los vídeos', admiten los expertos.
El proyecto First concluye que 'la digitalización no es un fin en sí mismo, sino un medio'. Un medio, en concreto, para explotar los ingentes recursos audiovisuales de Europa. El simposio celebrado ayer constató que 'la herencia cinematográfica europea todavía no es un activo y puede ser percibida como una carga'.
'Colecciones enteras de documentos audiovisuales se encuentran inaccesibles', lamentó Horst Forster, director en el departamento de sociedad de la información de la CE, organismo que financia el proyecto First. Y esa escasez en la oferta contrasta con la creciente demanda de unos contenidos históricos que abarcan desde joyas cinematográficas a imágenes como las del desembarco de Normandía o las del golpe de Estado en España del 23 de febrero de 1981. 'En los mercados más desarrollados, esos documentos copan ya importantes cuotas en la venta minorista de vídeos', subraya First.
Saciar la sed de añejos fotogramas plantea, sin embargo, enormes dificultades. 'Hace falta digitalizar millones de horas y cada una requiere entre 9 y 12 horas de trabajo', advirtió Eddy Goray, ingeniero de la radiotelevisión pública belga (RTBF). 'La digitalización de 10.000 horas de películas supone 90.000 horas de trabajo, es decir, el equivalente a 57 años de vida laboral'.
Digitalizar 10.000 horas de película exige 90.000 horas de trabajo, el equivalente de 57 años de vida laboral