Suiza estrecha sus vínculos con la UE sin suprimir el secreto bancario
Suiza estrechó ayer sus relaciones con la Unión Europea hasta un grado de intimidad desconocido, aunque reiterando su rechazo a la integración plena. En una cumbre al más alto nivel, celebrada en Bruselas, ambas partes sellaron nueve acuerdos bilaterales que supondrán la supresión de aduanas y la participación helvética en políticas comunitarias.
Suiza logró ayer el estatus más cercano posible al de socio de la Unión Europea, pero sin tener que sacrificar uno de sus tesoros más preciados: el secreto bancario en el que basa el éxito de su mercado financiero como refugio de fortunas y de contribuyentes disgustados con la presión fiscal de su países de origen.
'Entramos en una nueva fase de relaciones, que estará marcada por su calidad e intensidad', subrayó al término del encuentro el presidente de Suiza, Joseph Deiss. El presidente de la Comisión Europea también auguró 'una nueva dimensión para nuestros contactos bilaterales'. Pero el encuentro, según Irlanda, país que preside la UE este semestre, no se limitó a este cruce de pleitesías diplomáticas, sino que supuso un importante avance en las relaciones bilaterales entre Bruselas y Berna.
Los nueve acuerdos firmados cubren desde la libre circulación de persona entre Suiza y la UE, a la participación de la Confederación Helvética en políticas comunitarias como la audiovisual o la de educación, pasando por su integración en Agencias europeas como Medio Ambiente. En 2006 o 2007, Suiza se integrará además en el sistema Schengen que ha eliminado los controles aduaneros entre los países comunitarios (salvo Reino Unido e Irlanda). Hasta ahora, sólo dos países extracomunitarios (Noruega e Islandia) participaban en ese sistema de fronteras.
Bruselas ha puesto precio a esta integración total del país transalpino en el mercado interior de la UE. Suiza aportará durante los próximos cinco años 650 millones a la política de cohesión de la UE como compensación por su participación en el mercado, como ya hacen también Noruega e Islandia.
'Estos acuerdos supondrán una considerable ventaja para nuestros ciudadanos, tanto en términos de relaciones comerciales como de seguridad', aseguró Prodi. 'Suiza es nuestro vecino más cercano, y dependemos uno del otro'.
La cita se produjo bajo la perspectiva de la reciente ampliación hacia el Este. La integración en la UE de otros 10 países el pasado 1 de mayo ha acentuado la insularidad política del país transalpino. El 61% de las exportaciones suizas tienen como destino el mercado europeo, de donde proceden el 79% de sus importaciones. Suiza es el cuatro socio comercial e la UE, por detrás sólo de EE UU, China y Japón.
Para la ministra irlandesa de Comercio, Mary Harney, presente en los actos de ayer, 'el que Suiza, en el ejercicio de sus derechos democráticos, decida continuar por el momento fuera de la UE, no impide que sea un valioso vecino, con una cultura y unos valores similares a los nuestros'. Hasta ahora Suiza ha demostrado una capacidad numantina para mantener su idiosincrasia. Sobre todo, la del mercado financiero, en cuya opacidad cifra buena parte de sus esperanzas de mantenerse aislada. Un poco aislada. Cada vez menos.
Una aspiración histórica
Suiza pidió el 20 de mayo de 1992 la adhesión a la UE, pero esa iniciativa quedó paralizada hace más de 10 años. Sin embargo, como recordaba hace poco el comisario de Asuntos Exteriores, Chris Patten, 'nunca ha retirado su solicitud formal, lo que interpretamos como una confirmación de la intención de Suiza de estar cada vez más cerca de la Unión Europea'.