Google rompe las reglas de Wall Street con su salida a Bolsa
Serguei Brin y Larry Page, cofundadores de Google, han aplicado a la salida a Bolsa de la empresa de internet la misma filosofía democrática que inspira el motor de búsqueda. Google -a grandes rasgos- ordena las páginas que aparecen al realizar una búsqueda según el número de enlaces que encuentra en la red dirigidos a cada página que responde a los criterios de la búsqueda. Y las acciones de la empresa se otorgarán según un sistema de subasta electrónica mediante el que será el conjunto de los inversores el que fije el precio definitivo.
Así, cada inversor pedirá -vía internet o por teléfono- una cantidad de acciones y un precio. Google ordenará las peticiones por precio y asignará los títulos empezando por las solicitudes más caras hasta que no queden. El precio, el mismo para todos, será aquel al que se ha vendido la última acción.
'No es un sistema nuevo. Se creó a principios de los noventa para reducir las comisiones de la banca. Hay quien dice que contribuye a formar burbujas, pero también hay quien cree que estabiliza las acciones. Eso sí, es necesario tener la capacidad de distribución de información de Google para poder hacerlo', explica Felipe Mesía, de Self Trade.
La subasta de títulos reduce la tarifa de los bancos y hace iguales a todos los inversores
Google ha hecho del sistema de salida a Bolsa un símbolo de que la empresa no es una puntocom a la que se le pasó el arroz. Quiere distinguirse de la burbuja de finales de los noventa. 'Google no es una compañía convencional. No queremos serlo', explica Brin en el folleto de la OPV. De hecho, la subasta evitará los cuellos de botella en la demanda que permitieron a empresas como Terra multiplicar su precio por seis o siete veces en su primer día en el parqué, pues los inversores están incentivados -teóricamente-, a pedir el máximo precio que estén dispuesto a pagar.
Brin y Page quieren una oferta para inversores finales, no para especuladores de un día. En este sentido. Google se reserva el derecho de no atender las peticiones de acciones que considere que hayan sido distorsionadas para condicionar las condiciones de la oferta final de títulos.
Disgusto entre los banqueros de inversión
La sombra de Frank Quattrone no abandona Credit Suisse, pues la casualidad ha querido que la OPV de Google, de la que la entidad suiza es colocadora, coincida con el juicio al ex banquero estrella de Silicon Valley. Y Google ha querido marcar diferencias con aquella época de forma rotunda, con el juego tapado entre empresarios, banqueros y fondos de inversión que tan bien manejaba Quattrone y que creó en el valle del silicio un mercadillo en el que las relaciones personales y los favores se pagaban con acciones en las OPV más rentables.De hecho, y según la revista Newsweek, Goldman Sachs se ha quedado fuera de la operación -y deja de ingresar 82 millones- precisamente por utilizar los contactos de uno de sus primeros ejecutivos con accionistas de referencia de Google para tratar de ganar la carrera a Credit Suisse y Morgan Stanley.Pero lo que escuece a Wall Street no es tanto el cambio en las formas como el sistema de venta de acciones en esta operación. La subasta reduce considerablemente las comisiones de la OPV, una de las principales fuentes de ingresos de la banca de inversión. La mayor parte de los costes se cargan por colocar los títulos, pero la OPV de Google no necesita red de ventas.