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La secretaria que se hizo millonaria robando a su jefe

Joyti De-Laurey no podía ocultar la envidia que sentía de sus jefes del banco de inversión Goldman Sachs ni tampoco la tentación de falsificar sus firmas en una serie de talones y transferencias con el fin de embolsarse 4,3 millones de libras (6,45 millones de euros), que gastó casi íntegramente en juergas de lujo.

De-Laurey, una secretaria de 35 años de origen hindú, ha sido declarada por un tribunal de Londres culpable de desfalco y fraude, pendiente aún de dictarse la sentencia. Con ella, también han sido declarados culpables como cómplices del fraude su madre, Devi Schahhou, de 67 años, y su marido, Anthony, de 50 años, también acusado de blanqueo de dinero.

De-Laurey hurtó 1,1 millones de libras (1,65 millones de euros) de la cuenta de su antigua jefa Jennifer Moses y más de tres veces esa cantidad al sucesor de ésta, el banquero Edward Scott Mead. Algunos comentaristas de la City expresaron su asombro por que ninguna de las dos víctimas se diesen cuenta de la desaparición de estas cantidades de sus cuentas corrientes.

En la City están asombrados de que ninguna de las dos víctimas se diese cuenta de la desaparición de tanto dinero de sus cuentas corrientes

De-Laurey negó las acusaciones, afirmando que el dinero que fue a parar a su cuenta era un regalo de sus jefes como muestra de agradecimiento por su eficacia y su discreción. También alega que el dinero de Scott Mead fue un soborno para callar las supuestas aventuras amorosas de su jefe. Cuando el caso fue destapado, la policía encontró cartas que De-Laurey había escrito a Dios, pidiendo su protección para que pudiese seguir disfrutando de su vida de lujo.

Durante más de tres años De-Laurey, su familia y algunos amigos afortunados vivieron una vida de gran ostentación. La secretaria compró una mansión en Chipre por 750.000 libras (1,12 millones de euros), que se convirtió en su base de operaciones financieras. También mantenía una casa en las afueras de Londres, en la que la policía encontró un Saab descapotable y varias cajas de joyas de la firma Cartier, algunas sin abrir, incluyendo un reloj de oro por valor de 205.000 euros. De-Laurey había regalado joyas valoradas en 279.000 euros a varios amigos y otros dos pedidos a Cartier estaban pendientes de entrega mientras De-Laurey ocupaba una celda en la cárcel londinense de Holloway esperando comparecer ante el tribunal.

Entre otras adquisiciones hechas figuraban la compra de nueve casas y pisos en el Reino Unido, uno de ellos un chalé en la playa que 'alquilaba' gratis a unos amigos. El marido de De-Laurey se gastó 75.000 euros en un cursillo de piloto de helicópteros, más dos motos Honda modelo Gold Wing y una Harley Davidson. La pieza más valiosa de su colección de coches era un Aston Martin modelo James Bond valorado en 262.500 euros.

El viaje más opulento de la breve carrera de millonaria de De-Laurey fue una escapada de dos semanas a Beverly Hills (California), donde se gastó 15.000 euros en la suite de su hotel. Durante el juicio, De-Laurey se refería a sus viajes y compras como 'frivolidades'. Su propio abogado trató de justificar las actuaciones de su cliente calificándolas de 'simple codicia'. 'Dada la oportunidad de llevar una vida de millonaria, se fue a por ella sin contemplaciones', dijo. '¿Quién no hubiera hecho lo mismo?'.

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