Los libros abren la Casa Blanca Crónica de Manhattan
Los libros están abriendo de par en par las puertas de la Casa Blanca gestionada por George Bush, y para disgusto de los que allí viven y trabajan, los que más prolongado éxito y más impacto político tienen son los más críticos con la Administración.
Doce semanas lleva el de Ron Suskind sobre Paul O'Neill, ex secretario del Tesoro, en la lista de libros de no ficción más vendidos de The New York Times. Y desde su lanzamiento, Richard Clarke, ex responsable de antiterrorismo, es número uno con su vibrante y revelador Against All Enemies (Contra todos los enemigos). Otros títulos como House of Bush, House of Saud (La Casa de los Bush, la Casa de los Saud), de Craig Unger, engrosan el ránking de los más leídos y lo previsible es que un libro más se sume a esta lista. Se trata de Plan of Attack (Plan de ataque) del periodista de The Washington Post, Bob Woodward, célebre por destapar junto con Carl Bernstein el escándalo Watergate. Todavía no está a la venta, pero ya hay filtraciones y el Post está publicando partes.
Woodward desgrana los pasos de Bush en el camino que llevó a EE UU a la guerra en Irak. El periodista, que ha entrevistado a Bush y Donald Rumsfeld, secretario de defensa, dice que el plan de ataque se preparaba desde diciembre de 2001; que el vicepresidente, Dick Cheney, abogó desde la toma de posesión por esta guerra, y que por ello apenas habla con el secretario de Estado, Colin Powell. En suma: Bush llegó al innecesario teatro de las Azores en marzo de 2003 con la decisión de atacar tomada desde hacía meses.
El libro promete detalles. Uno de ellos es que el presidente no transmitió inmediatamente la decisión de ir a la guerra a todo su equipo de asesores por temor a una reacción negativa.
Curiosamente Bush no espera que el libro sea tomado como una crítica. De hecho, Woodward dice que el presidente ha colaborado porque, según sus palabras, quiere contar cómo 'América ha cambiado cómo se lucha y se gana una guerra, lo que permite mantener la paz a largo plazo'. Pese a esta motivación, Bush es elusivo cuando el periodista le pregunta por el juicio que cree que le deparará la historia. 'No sabemos. Estaremos muertos', dice.