Influencia del cambio
El cambio en los responsables de asuntos económicos es importante incluso cuando no cambia el partido gobernante. La impronta personal en la forma de actuar afecta a la naturaleza, rapidez y contundencia de las decisiones, a la relación con los funcionarios y la accesibilidad que pueden tener los administrados a los centros de decisión. Las personas no son intercambiables, se insertan en alguna tendencia o corriente de opinión que tiene propensión o sesgo a priorizar unos temas frente a otros o a preferir tales o cuales medidas o pautas de actuación.
Se puede esperar que la acción se remita al programa electoral, pero éste es más un referente que una guía pautada que se aplica según un calendario preciso. Un programa se ofrece para ganar las elecciones, pero su aplicación en cuanto a contenidos depende de la correlación de fuerzas, de la viabilidad de las propuestas y de la tolerancia que permitan las restricciones impuestas por la ley o los acuerdos internacionales. En cuanto al tiempo, importan los procedimientos que exige la regulación vigente, el tratamiento de las implicaciones y agravios que puedan detectarse en durante la tramitación y la conveniencia para incidir en elecciones futuras, en el sentido de actuar con suficiente cercanía como para que la memoria de la medida no se haya desvanecido y, también, con distancia adecuada como para que no se perciba como actuación oportunista.
Los precedentes de actuación de un partido ganador son un indicador imperfecto pero importante, lo primero porque cambian personas y experiencias, lo segundo porque expresan una cultura subyacente que persiste durante largo tiempo. De acuerdo con el grado de coherencia interno las discrepancias internas son resolubles, llevan a actuaciones contradictorias o inhiben la toma de decisiones. Sin embargo algunas promesas aparecen como ejes vertebradores del voto y, por tanto, son exigibles so pena de arriesgar reveses futuros. Si las expectativas creadas son realistas pueden ser mejoradas aportando una adhesión más firme pero, a la vez, son menos atrayentes. Si tienen los rasgos opuestos pueden comprometer la gestión, especialmente si la oposición se encarga de recordarlas, cuantifica su coste y exige su cumplimiento.
Si un Gobierno antepone los resultados inmediatos, gana popularidad, pero el interés del país requiere continuidad
Un Gobierno es objeto de la atención de grupos de interés que intentan capturarlo en beneficio de sus finalidades. Su actuación debe ser escuchar a todos, tener en cuenta los planteamientos que defienden opciones legítimas y resistir presiones indebidas o tentaciones de favorecer a su fuente electoral a costa del conjunto. En esto puede contar con un funcionariado diligente y preparado que sabe deslindar entre las diferentes demandas pero que, a la vez, contiene una burocracia que es un grupo de presión en sí mismo y capaz de desnaturalizar cualquier decisión o facilitarle el camino.
El que escoja una vía u otra dependerá de la capacidad gestora de cada ministro para hacer eficiente su departamento que, en principio, prefiere continuidad en un entorno conocido que cambios. De ahí que, en muchos casos, lo más apropiado sea entrar decidiendo con energía, de modo que se aproveche la benevolencia expectante de todo comienzo y que el statu quo y la oposición potencial carezcan de tiempo para organizar su defensa.
Muchas decisiones tienen resultados que se obtienen con retraso, por ejemplo, las obras de infraestructuras que necesitan proyectos, expropiaciones y ejecución que llevan años, con lo que el mérito de la inauguración (superior al de la primera piedra) podría corresponder a otro ministro o Gobierno. Si se anteponen los resultados inmediatos es más fácil ganar popularidad, pero el interés del país requiere continuidad de actuaciones y el electorado no siempre se deja deslumbrar por fuegos de artificio.
Además de las divergencias en la sociedad, entre partidos y, dentro de estos, entre corrientes, también hay sensibilidades contrapuestas entre ministerios. El éxito de cada ministro dependerá de lo que realice y de su visibilidad, para lo que necesita recursos que son escasos y que también desea el resto del equipo gubernamental. La capacidad de presentar y defender sus propuestas requiere evitar confrontación con otras áreas, seducir a quien tiene el poder de decisión y allegar el apoyo de los gestores públicos que, a su vez, también se relaciona con la mejora de asignación de recursos que se obtenga. Hay ocasiones en que las circunstancias externas determinan los resultados, como en todo el mundo la crisis del petróleo de 1973, o en Alemania la influencia de la unificación, o la herencia recibida en Argentina, pero el electorado responsabiliza al Gobierno, que siempre hará bien en aprovechar el tiempo desde el inicio.