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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Vuelco histórico en las urnas

El vaticinio de que nada iba a ser igual en España tras el 11-M comenzó a cumplirse ayer. La brutalidad de los atentados que sufrió Madrid ese día, que han causado hasta el momento 200 muertos, ha sumido a este país en un dolor difícil de expresar con palabras. Y ha alterado todos los parámetros, también los políticos, hasta convertirlos en irreconocibles. Si hasta el miércoles el PP lideraba todas las encuestas, y repetía la mayoría absoluta, o se quedaba a unos pocos escaños de lograrla, anoche, con el 85% del voto escrutado, perdía 35 diputados y quedaba 16 escaños por debajo del PSOE. Un vuelco sin precedentes en la historia de la democracia española. El PP pasa de tener mayoría absoluta a perder las elecciones, algo que jamás había sucedido en anteriores comicios.

¿Qué ha sucedido en sólo tres días, jueves, viernes y sábado? A la espera de un análisis más reposado, una cosa parece evidente. Los atentados del 11-M y, sobre todo, la gestión subsiguiente de la información que ha realizado el Gobierno, y especialmente el ministro del Interior, Ángel Acebes, han pasado una factura brutal al PP en las urnas. Los españoles se han sentido engañados por un Ejecutivo que, con el reloj corriendo en contra, trataba de ocultar lo que cada vez resultaba más evidente: Al Qaeda, y no ETA, se encuentra detrás de la matanza del 11-M.

Hora tras hora, miles de españoles se convencían de que Acebes trataba de retrasar la información de la que disponía ante el pánico de que los españoles, con todos los datos encima de la mesa, decidiesen pasar factura al PP por la decisión del presidente José María Aznar de conducir a España a la guerra de Irak junto a EE UU y Reino Unido. Y así ha sido, finalmente. Con cada nuevo dato que emergía en medios de comunicación nacionales e internaciones, y que la televisión pública ocultaba o minimizaba, crecía la inquietud y la repulsa entre la ciudadanía. El sábado por la tarde, miles de españoles salieron a la calle, de forma espontánea, para pedir toda la verdad. Poco después, y ante la presión generalizada de la prensa y la calle, Acebes reconocía que la hipótesis de Al Qaeda pasaba a primer plano, en detrimento de la de ETA, y en abierta contradicción con lo que venía sosteniendo desde primera hora del jueves.

A partir de ahí, sólo cabe conjeturar con lo sucedido. Centenares de miles de ciudadanos decidieron que el PP no merecía seguir en el Gobierno, pese al gran balance macroeconómico que podía presentar tras ocho años de gestión y las dudas que suscitaba el programa económico del PSOE y su capacidad para poner en pie un Ejecutivo solvente. La participación se incrementó de forma notable (8,7 puntos más que en el año 2000), y la apelación al voto útil de José Luis Rodríguez Zapatero se tradujo en un menor resultado de otras opciones de izquierda, como IU o BNG.

Quedan los perdedores: Mariano Rajoy y, sobre todo, José María Aznar, un líder que abandona el Gobierno con una derrota que probablemente no pudo imaginar jamás, ni en sus peores pesadillas. Todo su proyecto se ha derrumbado de un sólo golpe. Toda su herencia, volatilizada en tres días, aunque las semillas del fracaso fueran sembradas mucho antes. Todo, estrellado en las urnas. æpermil;sa es la grandeza última de la democracia: los ciudadanos deciden.

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