El déficit comercial de EE UU crece el 17% y alcanza un nuevo récord
En la historia económica de EE UU, 2003 registrará, entre otras entradas, la de ser el año en que el déficit comercial alcanzó un nuevo techo, 489.400 millones de dólares, un 17,1% más que el año anterior. 'El mayor déficit comercial en la historia del mundo', decía ayer en su informe Jay Bryson, de Wachovia.
Según las cifras del departamento de comercio publicadas ayer, el récord registrado con esta millonaria cifra se ha alcanzado gracias a que el déficit comercial con México, Canadá, la UE (94.300 millones frente a los 82.100 de 2002), Sur y Centro América y, por supuesto China, han llegado a sus máximos también. Las importaciones de petróleo y productos de tecnología avanzada llegan también a cifras para hacer historia.
Y todo ello en un año en el que el dólar se ha devaluado fuertemente y ha caído un 20% frente al euro y el 9,7% con respecto al yen para ayudar a revertir estos números rojos.
La estadística muestra que los estadounidenses siguen incrementando su apetito por los productos foráneos. Las importaciones llegaron a los 1,507 billones de dólares un 8,3% más que el año pasado mientras que las exportaciones crecieron pero más tímidamente, un 4,6%, hasta totalizar 1,018 billones.
El año se cerró con un mes de diciembre con las expectativas de los analistas aplastadas por una cifra mayor de lo esperado: 42.500 millones de déficit, un 11% más que en noviembre y ya no solo por unas fuertes importaciones (132.800 millones, un 3% más) sino también por el incremento del precio del crudo.
No obstante los precios de las importaciones subieron más de lo esperado, un 1,3% por la presión del bajo dólar. Bryson cree que hay mucho 'ruido estadístico en diciembre' y que los datos muestran que puede haber una estabilización comercial.
El otro revés estadístico del vienes vino de la confianza de los consumidores, que según el cálculo inicial de la Universidad de Michigan cayó en febrero hasta 93,1 puntos frente a 103,8 del mes anterior.
La caída refleja la inquietud de los estadounidenses por la lenta recuperación del mercado laboral pero hasta ahora nada indica que vayan a dejar de consumir.