Empleo público y privado
El empuje de las regiones es un hecho incontestable en España. Basta un viaje por el país para comprobar que, en el aspecto inversor, el Estado de las autonomías sí funciona. Y es que la proximidad a los problemas es un paso hacia su solución. Sin embargo, la pujanza de las comunidades autónomas desvela algunos perfiles preocupantes. Y no es el menor el referido al empleo.
En los últimos ocho años el número de empleados públicos ha crecido en España un 21% -cerca de 500.000-, a pesar de que el PP tenía como objetivo reducir el número de funcionarios. Los empleados de la Administración central sí han decrecido notablemente, como consecuencia del traspaso de transferencias a las autonomías. Pero por cada trabajador salido de la Administración central se han creado casi tres empleos en las territoriales, tanto locales como autonómicas. Ahora acabamos de conocer que en Andalucía y Extremadura uno de cada cinco empleados trabajan para el sector público, una proporción que se dispararía más al considerar los empleos indirectos. Lo inquietante no es que crezca el empleo público, sino que esto indique atonía por parte de la iniciativa privada.