Esquizofrenia en los populares europeos
El Partido Popular Europeo (PPE) concluyó ayer en Bruselas su XVI Congreso tras los largos discursos de sus líderes. Pero las filas del partido mayoritario europeo parecen más apretadas que unidas. La cacofonía dominó las jornadas y cada facción terminó apuntando a sus propios intereses. Si el francés Valery Giscard d'Estaing acusaba a los enemigos del proyecto de Constitución de buscar 'objetivos nacionales', Aznar subrayó que uno de los pilares son 'los Estados nacionales sólidos'. Y de paso embistió una vez más contra el sistema de voto de la Constitución Giscard. El Pacto de Estabilidad, sacrosanto para la división española del PPE, tampoco suscita consenso. El primer ministro galo, Raffarin, se felicitó por las propuestas de la Comisión de flexibilizar el pacto en tiempos de crisis.
'El PPE se caracteriza por profundas discrepancias', diagnosticó el líder del Partido Socialista Europeo, Enrique Barón. 'Conviven federalistas, euroescépticos, partidarios de aliarse con los grupos de extrema derecha...'.
La amalgama ha logrado más escaños que ningún otro grupo en el Parlamento Europeo, aunque en momentos cruciales sus votos se desperdigan, hasta el punto de que los socialistas reclaman el título de principal familia en la Eurocámara: 'Nosotros sí tenemos una visión común sobre la UE', afirma el laborista británico Robin Cook, aunque su partido nacional aún no se aclara sobre la adopción del euro... Las urnas juzgarán a todos el 13 de junio.