La catástrofe en ciernes
El vicepresidente primero, Rodrigo Rato, presentó ayer unas perspectivas económicas para el periodo 2004-2007 bastante esperanzadoras: 3% de crecimiento medio anual, creación de 1,35 millones de empleos, menos inflación y menos deuda. Pero advirtió a los ciudadanos de que dicho escenario sólo será factible con 'estabilidad institucional'. Ante la vaguedad del término (al fin y al cabo España lleva 25 años de estabilidad institucional), se supone que el vicepresidente quiso sugerir que estos objetivos sólo se pueden lograr si el Partido Popular continúa en el poder. Así debería decirlo: es legítimo. Pero no evocar fantasmas y desequilibrios institucionales. Rato puede presentar un balance aceptable en ocho años, al menos en términos macroeconómicos. Y los ciudadanos, confiar en que en 2007 se cumplan las previsiones presentadas ayer. Pero la disyuntiva de 'o el PP, o la inestabilidad' no resulta aceptable. Ni elegante.