La renta fija se desinfla
La fiesta de la renta fija se acaba. Gobiernos y empresas han contado en los últimos años con condiciones extraordinarias de financiación gracias a una situación de tipos oficiales en mínimos históricos que les han permitido acceder a los mercados de capitales sin tener que pagar excesivo coste. Eso ha facilitado que tanto la renta fija pública como la privada, emitida por entidades financieras o compañías industriales, hayan vivido un año excepcional y que en los últimos meses hayan convivido con la mejora de las Bolsas. Pero aunque el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, se ha comprometido a mantener los tipos bajos durante 'un periodo considerable de tiempo', los mercados descuentan que, antes o después, habrá subidas, tanto en Estados Unidos, como en Europa.
Esa sensación se refleja ya en la curva de los tipos a medio y largo plazo, que recoge desde hace meses la percepción de mejora económica y cambio de escenario monetario. Lógicamente, la subida de los tipos resta atractivo al mercado de deuda (si los tipos suben, los precios caen), lo que ya se ha traducido en traslados de fondos de renta fija a renta variable.
No obstante, los expertos consideran que la situación económica es demasiado compleja y la recuperación no es tan sólida como para que los mercados de renta fija sufran de manera drástica. Por eso, y aunque casi nadie recomienda la compra de estos títulos para el año que viene, la renta fija -que sólo es fija a vencimiento- actúa siempre como valor refugio y ofrece a los inversores menos aguerridos unas garantías nada despreciables.
Eso hace presagiar que lo que para muchos ha sido una burbuja se desinflará poco a poco, y no de forma brusca. A menos, claro, que el dólar profundice en su caída y arrastre al mercado.