La hora del salario flexible
El actual sistema de negociación colectiva tiene una antigüedad de 20 años. Muchos son los que opinan que la actual estructura de los convenios, con más de 5.000 acuerdos colectivos, está obsoleta y hay que cambiarla con urgencia. Pero, fundamentalmente, las críticas de los empresarios van más dirigidas al contenido de la negociación colectiva que a su estructura legal.
A nadie se le escapa que la principal preocupación de los comités de empresa a la hora de negociar un convenio es conseguir una buena subida salarial para sus representados. Sin embargo, muchos empresarios se quejan del inmovilismo de los sindicatos a la hora de diseñar la estructura salarial. Los patronos entienden que el principal lastre a la modernidad del sistema retributivo son los salarios inmóviles, aquellos que no están ligados ni a la productividad del trabajador ni a la marcha de la compañía.
En España sólo el 20% de los 7,4 millones de trabajadores que tenían su convenio firmado hasta el 31 de octubre contaban con incentivos a la productividad como parte de sus salarios. Esto significa que sólo dos de cada diez trabajadores tiene ligado el sueldo a su rendimiento real y efectivo.
Es más, los salarios diferidos en forma de planes de pensiones de empleo (aquellos que el trabajador contrata en el seno de la sociedad) tienen aún menos presencia en los convenios colectivos. Sólo el 3% de los asalariados posee uno de estos planes de previsión social.
Son dos síntomas de flexibilidad salarial escasamente presentes en el mercado laboral y que patronal, Gobierno e instituciones como el Banco Central Europeo o el Fondo Monetario Internacional reclaman con insistencia. Recientemente, un grupo de expertos que ha asesorado al Ejecutivo en materia laboral en diversas ocasiones ha elaborado el Libro Blanco de las mejores prácticas de flexibilidad en los convenios. Recomienda, sobre todo, salarios flexibles y movilidad funcional dentro de las empresas. Un buen punto de partida para la negociación de la próxima reforma.