Los planes entran en campaña
Los planes de pensiones garantizados vuelven a protagonizar la tradicional campaña de las entidades financieras de final año, a pesar de la subida de las Bolsas de los últimos meses y de las perspectivas de mejora de las economías. Bancos y cajas de ahorros son conscientes de la creciente aversión al riesgo de los partícipes después del desplome de las rentabilidades en los últimos tres años, razón por la cual insisten en ofertar productos de corte muy conservador. Pero de ganancias también limitadas.
Estas campañas masivas entran muy bien por los ojos, y más aún si la contratación del plan se incentiva con regalos como juegos de maletas o televisores. Sin embargo, y las propias entidades lo reconocen, estos productos están destinados tan sólo a personas con elevada aversión al riesgo o con edad muy cercana a la jubilación. Quizá esto explique que el colectivo de partícipes menores de 35 años tan sólo tenga invertido en Bolsa un 4% de su cartera, cuando ese tramo de edad es el idóneo para asumir más riesgo, dado lo lejana que queda la jubilación.
Como novedad para este año, muchos de los fondos garantizados que están en el mercado consideran el efecto que la inflación puede tener a largo plazo sobre el patrimonio del plan, lo cual es una buena medida. Pero al suscribir uno de estos productos el ahorrador debe hacer el esfuerzo de comprender muy bien cómo funciona y si le conviene, ya que ligan al partícipe hasta el vencimiento de la garantía.
Poco a poco, sin embargo, las entidades financieras empiezan a primar el asesoramiento más que la venta indiscriminada de planes, y tienen más en cuenta algo tan sencillo como que cuanto mayor es la edad del partícipe, menor riesgo debe asumir su cartera, y viceversa. Pero es también tarea de los ahorradores caer en la cuenta de que lo importante al suscribir un plan de pensiones no es la calidad del regalo, sino la rentabilidad que se puede esperar de él, dos aspectos que muchas veces se comportan de manera inversa.