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Crónica de Manhattan

Árboles con buena sombra

Las situaciones de extraordinaria urgencia y necesidad han hecho olvidar a la actual Administración estadounidense algunas regulaciones y leyes importantes. Una de ellas es la que se refiere a las contrataciones del Estado en un algo tan caliente como es la reconstrucción de Irak y Afganistán y que da razones a los que piensan que en estos asuntos a quien al buen árbol de Washington se arrima buena sombra le cobija.

Y es que esta semana se ha hecho público un informe de The Center for Public Integrity, un grupo de investigación independiente, del que se deduce que el proceso de adjudicación, en el que en muchos casos no ha habido pública subasta de las obras o servicios de reconstrucción, ha tenido un carácter secretista, caótico y se ha dado trato de favor a compañías con buenas conexiones políticas. Este informe, que se ha tardado en elaborar seis meses, se ha conocido la misma semana en la que el Congreso ha aprobado un presupuesto para ayuda en Irak por valor de 20.000 millones.

Dicen sus autores que ni el Pentágono ni el Departamento de Estado ni la Agencia para la Ayuda Internacional al Desarrollo (Usaid) han puesto fácil su tarea para saber cómo se otorgaron contratos valorados en 8.000 millones de dólares.

En las listas provistas por defensa y Usaid se omitieron inicialmente a los mayores contratistas, Halliburton, a través de su subsidiaria KBR, y Bechtel. Algo muy significativo cuando también esta semana se han conocido las cuentas trimestrales de Halliburton, cuyo consejero delegado fue el vicepresidente Dick Cheney entre 1995 y 2000. La propia empresa reconoce que el incremento de ventas se atribuye, sobre todo, a la 'actividad en los grupos de ingeniería y construcción en proyectos de servicios del Gobierno en Oriente Próximo'.

También en las listas iniciales que el Pentágono les remitió no figuraban los nombres de Fluor, Washington Group International y Perini, que ganarán medio millón de dólares cada una por sus trabajos en estos países y otros.

El informe añade, sin embargo, que el caso más claro en este aspecto es el que proporciona el contrato de la Usaid con Chemonics, una empresa consultora que ofrece ayuda para la gestión de recursos. Según esta agencia, el contrato con esta empresa totalizaba 600 millones de dólares, lo que le convertiría en el tercer contratista tras Halliburton y Bechtel. La propia empresa dice que los contratos sólo son de 133,9 millones de dólares aunque cambiaban la cifra en sucesivas comunicaciones varias veces.

La transparencia que no se logra en las agencias contratantes se logra, sin embargo, en el registro de donaciones a partidos políticos. Afirma el centro para la integridad política que las 70 empresas y sus empleados, que han recibido contratos, contribuyeron con más de medio millón de dólares a la campaña de George Bush y que en los últimos 12 años han dado más dinero para las distintas campañas al actual presidente que a cualquier otro político.

En el capítulo de los contactos. Además de la cercanía del presidente y del ex secretario de estado con Ronald Reagan y ahora consejero de Bechtel, George Shultz, se cuenta, entre otros, que se firmó un contrato de consultoría de cuatro meses con el marido de Carol Haave, un alto cargo del ministerio de defensa. Y no es el único caso.

Desde la Casa Blanca se niega que todo este humo tenga origen en un fuego.

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