La nueva era del BCE
Como suele ocurrir casi siempre, llueven los elogios para Wim Duisenberg... ahora que deja el puesto y cede las riendas del Banco Central Europeo (BCE) al banquero francés Jean-Claude Trichet. Tras el nacimiento del euro, criticar a Duisenberg se convirtió en el deporte favorito del mundo financiero. Los operadores de los mercados de cambios bromeaban con el supuesto gafe del banquero holandés, al que acusaban de provocar desplomes de la moneda europea cada vez que hablaba de su fortaleza.
Duisenberg ha sido acusado, además, de agravar la crisis europea en su afán por controlar la inflación. Sin embargo, los tipos de interés del BCE han bajado a mínimos históricos a pesar de que el IPC de los Doce se ha mantenido sistemáticamente por encima del 2%. Y no está nada claro que la política monetaria hubiese sido mucho más agresiva con otro responsable al frente. Los mismos que hace unos meses acusaban al BCE de 'estrangular' la economía alemana, reconocen ahora que definir el nivel adecuado de tipos de interés para doce economías tan dispares no es tarea fácil y afirman que el principal problema del banquero no ha sido su política, sino sus carencias a la hora de comunicar los mensajes de manera convincente.
Lo que nadie cuestiona es que el BCE ha conseguido labrarse una personalidad propia y superar completamente el complejo de Edipo respecto al Bundesbank. Para Trichet, el mayor reto ya no es demostrar la entidad del banco central ni la solidez del euro, asignaturas aprobadas en la era Duisenberg, sino trabajar en aras de una recuperación que apenas se atisba en el horizonte.
Las últimas previsiones de crecimiento para los Doce son muy modestas, sobre todo si se comparan con el robustísimo dato de EE UU en el tercer trimestre (7,2%). Pero al menos ya se augura crecimiento positivo. Y la confianza en la economía europea ha subido en octubre al nivel más alto en un año, tanto en la industria como en los servicios y el comercio. El mejor de los augurios para dar la bienvenida a Trichet en el BCE.