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Crisis de confianza

Banquillo para los escándalos empresariales

En los tribunales se celebran ya juicios contra quienes han presentado la cara del fraude y el abuso empresarial y minaron la confianza de los inversores.

Con la sonrisa forzada, pero tratando de no mirar directamente a las cámaras. Así ha subido y bajado varios días las escaleras de dos juzgados, casi contiguos en Manhattan, el ex presidente de Tyco, Dennis Kozlowski, y su director financiero, Mark Swartz, por un lado; y Frank Quattrone, ex banquero del Credit Suisse First Boston, por otro. Desde principios de mes los tres están siendo juzgados por diferentes y aún presuntos delitos que dieron alas el año pasado a una crisis de confianza entre los inversores destapada con el caso de la eléctrica tejana Enron a finales de 2001.

Entonces se hablaba de que el capitalismo estaba contra las cuerdas. De la profunda crisis, que sigue dando que hablar con casos como el de los abusivos sueldos a los ejecutivos de la Bolsa de Nueva York (un órgano regulador que reembolsa con la generosidad con la que pocas entidades financieras compensan a sus líderes), nacieron nuevas regulaciones que han ido convenciendo a los inversores, una gran mayoría de los estadounidenses, de que se puede volver a confiar en las empresas.

Con la apertura de las vistas sobre Kozlowski, Swartz y Quattrone, se da el paso más importante para restaurar esta crisis porque, desde que a finales de 2001 se empezaron a descubrir los desmanes de Enron, pocos ejecutivos han pasado por los tribunales y en cualquier caso normalmente han sido figuras de tercera línea en la mayoría de los casos.

Sólo el ex presidente de Imclone, Sam Waksal, ha sido condenado a 87 meses de cárcel y 4,3 millones de dólares en multas, por delitos de obstrucción a la justicia, perjurio y fraude. Ken Lay, ex presidente de Enron; Jeffrey Skilling, su consejero delegado, y Bernard Ebbers, los dos pesos más pesados de esta crisis, testificaron ante el Congreso, pero están libres y, en el caso de Enron, ni siquiera hay cargos en los tribunales relacionados con el fraude que acabó de inmediato con la auditora Andersen.

Para estos acusados, ser los primeros es un problema como hizo notar el abogado de Swartz, Charles Stillman, el primer día cuando se dirigió por primera vez al jurado. 'Esto no es Enron, esto no es Worldcom. Tyco no está en la ruina. Tyco es hoy un negocio próspero'. Stephen Kaufman, letrado de Kozlowski, aseguraba a las cámaras en los primeros días que existe el peligro de que 'este juicio se convierta en un medio para mandar un mensaje al mundo empresarial', incluso en 'una forma de venganza y de represalia conjunta'.

Pero la carga psicológica que estos juicios conllevan es muy grande. El juez del caso Tyco, Michel Orbus, aleccionó en este sentido al jurado para que se mantuviese en el caso. 'No estamos aquí para llevar a cabo un estudio sociológico ni para mandar a nadie un mensaje. Este no es un caso de ninguna otra compañía, ni Enron ni Worldcom, de la que probablemente hayan oído hablar, no es una evaluación sobre la Bolsa de Nueva York o sobre lo que los ejecutivos deban ganar en sus trabajos'.

Los expertos legales que analizan la marcha de estas vistas ante juez y jurado creen que esto podría ocurrir porque, además, ambos casos representan vivamente la cultura de la corrupción y la avaricia que se detectó durante la crisis.

El caso de Tyco es muy significativo en este sentido. Lleva razón Stillman al decir que Tyco, fabricante de aparatos eléctricos y de seguridad, no está quebrada, pero lo que el abogado no mencionó es que este conglomerado de empresas ha tenido que provisionar unos 7.000 millones de dólares para reformular las cuentas. El problema para Kozlowski es que fue precisamente él quien llevó la cultura de la avaricia hasta términos casi caricaturescos, ya que, como presidente de Tyco, sólo salió de la compañía cuando un gran jurado le acusó de evasión de un millón de dólares en impuestos de obras de arte adquiridas por 13 millones de dólares.

A resultas de la investigación se descubrió el lujo con el que vivía en su dúplex de la Quinta Avenida de Nueva York, sus otras casas, los viajes, la fiesta de cumpleaños de su mujer en Italia valorada en dos millones de dólares y las extravagantes y disparatadas compras, como un cesto de 4.000 dólares o la ya legendaria cortina de baño con detalles en oro valorada en 6.000 dólares. La fiscalía les acusa a Kozlowski y a Swartz de engañar a la empresa y apropiarse de 600 millones de dólares a través de compensaciones no autorizadas, hurto, manipulación bursátil y falsificación de los libros. Ambos podrían pasar los siguientes 30 años en prisión si se les condena por todos los cargos, aunque no se espera una sentencia hasta 2004.

El juicio está mostrando a los americanos lo que se temían: el abuso de poder que sobre los recursos de la empresa ejercían los ejecutivos, mientras pregonaban que 'trabajamos para reducir los costes en toda la organización', como se recoge en una carta a los accionistas de Kozlowski, en 2001.

El consejo delegó sobre Kozlowski la mayor parte de la gestión hasta el punto de no visar todas las compras que la compañía hacía. Muchos de los préstamos que se le concedían a nivel personal quedaron perdonados. Uno de los testigos de la acusación, el predecesor de Kozlowski en su puesto, John Fort, testificaba hace unos días que se sentía impresionado por lo que se ha ido conociendo en el juicio.

En una sala no muy lejos de la que visitan casi diariamente desde el 29 de septiembre los ex hombres fuertes de Tyco, se ha sentado en el banquillo de los acusados Frank Quattrone, el ex banquero de CSFB en Silicon Valley. Ayer se empezó el proceso de deliberación por parte del jurado compuesto por seis hombres y seis mujeres, una vez que los letrados hicieron las conclusiones finales.

A Quattrone se le acusa de obstrucción a la justicia y manipulación de testigos, unos delitos cuyas penas pueden ascender a los 25 años de cárcel si se le encuentra culpable. No obstante, la fiscalía federal pide dos años. La fiscalía asegura que Quattrone obstruyó la labor de la justicia, que investigaba las colocaciones en Bolsa hechas por su firma en la época de la burbuja de las telecomunicaciones, al mandar un correo electrónico a los empleados pidiendo que destruyeran cierto tipo de documentos. Según un abogado del banco, Quattrone sabía de esta investigación dos días antes de que mandara el correo. El banquero dijo que, de todas maneras, su departamento no podría ser investigado por estas colocaciones porque no eran de su competencia. Sin embargo se contradijo en posteriores testimonios al conocerse que ofrecía acciones a empresarios como Michel Dell. Su abogado, John Keker, dice que las acusaciones de la fiscalía 'son mera especulación'.

A Quattrone le quedan pocas subidas y bajadas por las escaleras del palacio de justicia de Nueva York. Pero su testigo será recogido pronto por otra de las figuras con más glamour de los juicios contra los empresarios. Para enero se espera que sea Martha Stewart, presidenta de un conglomerado de empresas de medios y conocida como la diva del hogar por su trabajo como cocinera, consultora de decoración y editora de revistas.

A Stewart se le acusa también de obstrucción a la justicia e información privilegiada por vender acciones de la empresa de su amigo Waksal, Imclone, poco antes de que se le denegara una importante patente y sus títulos se desplomaran en Bolsa. Stewart, que puede ser condenada a 30 años de cárcel, ha pedido sin éxito al juez que no admita a trámite varias de las acusaciones. La diva del hogar concedió una entrevista a la veterana Barbara Walters que se emitirá en noviembre, pero de la que se ha filtrado que está 'muy asustada' aunque cree que no irá a la cárcel. Los jurados decidirán.

Ante el juez: Cinco casos para la desconfianza

EnronNo hay cargos contra el presidente, Ken Lay, ni el consejero delegado, Jeff Skilling, aunque la fiscalía federal los investiga. El financiero Andrew Fastow tiene juicio en abril y otros ejecutivos ya han sido declarados culpables de fraude.TycoEl juicio contra el presidente, Dennis Kozlowski, y el director financiero, Mark Swartz, por varios cargos, entre ellos hurto, durará aún unos meses. Se espera una sentencia para el primer trimestre del año que viene.QuattroneEstá en la cuenta atrás al comenzar ayer las deliberaciones del jurado. El banquero del CSFB podría ir a la cárcel dos años por obstrucción a la justicia y manipulación de testigos.WorldcomLa lentitud de la investigación exasperó a la Fiscalía de Oklahoma que ha acusado de fraude al ex presidente Bernard Ebbers y su financiero, Scott Sullivan. Ambos se declararon no culpables y no se ha señalado fecha de comienzo de juicio. Se esperan cargos federales para los dos en febrero. Otros ejecutivos han sido acusados, declarados culpables y algunos han llegado a acuerdos extrajudiciales.Martha StewartCélebre cocinera, decoradora, empresaria de medios de comunicación, ex broker de Bolsa y muy amiga de Sam Waksal, presidente de Imcione. Se le acusa de obstruir a la justicia y vender acciones antes de que cayeran. Su broker de Merrill Lynch, ya fuera de la empresa, Peter Bacanovic, ha pedido que haya juicios separados para ambos. Martha ha intentado retrasar su juicio sin éxito. Será muy seguido por sus fans en febrero

Legislación previa a las sentencias

Ley Sarbanes- OxleyEl escándalo destapado por la caída de la séptima empresa americana, Enron, dejó a la vista los fallos del sistema. Pero éste era el primer acto de un drama que se completó con los protagonizados por Worldcom, la mayor quiebra de la historia del país, Imclone, Healthsouth, Andersen, Qwest, Global Crossing, Rite Aid o Adelphia entre una larga lista de empresas y, por supuesto, empresarios. El ejecutivo y el poder legislativo quisieron poner como desenlace de la historia un punto final cargado de ética y en este sentido se promulgó una ley, Sarbanes- Oxley, en la que se regularon y establecieron nuevas normas sobre transparencia de las cuentas, obligaciones de las auditoras y una larga lista de deberes que llevan poco más de un año en marcha. Ofensiva éticaLas nuevas regulaciones y la necesidad de proyectar integridad, algo que demanda el accionista, están haciendo aconsejable que muchas empresas instauren la figura del CGO o director de buen gobierno de la empresa. MCI, antigua Worldcom, y Computer Associates, dos de las más afectadas por los escándalos, tienen este puesto ya cubierto.Por otro lado y a instancias de los más experimentados empresarios, se está librando una fuerte ofensiva sobre los salarios de los ejecutivos. En concreto, sobre las stock options. Muchas empresas para ganar en transparencia han empezado a incluirlas en sus partidas de gastos.Las murallas ChinasEl acuerdo que bajó el liderazgo del fiscal de Nueva York, Eliot Spitzer, se logró con la SEC, el Nasd y 14 bancos acusados de connivencia entre sus negocios y las recomendaciones a los inversores durante la época de la burbuja ha tratado de reforzar la maltratada muralla china de separación de negocios además de poner una severa multa a los acusados.Los nuevos HéroesHarvey Pitt tuvo que dimitir al frente de la SEC y no fue el único que rindió cuentas por la falta de vigilancia y la tibieza de los medios para resolverlas. Un fiscal, Eliot Spitzer, se ha erigido como el cruzado a favor de los inversores. Desde su puesto y haciendo enemigos en Washington ha liderado en buena medida la búsqueda de la integridad del sistema.

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