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Columna
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El pinchazo de la burbuja de la construcción

Miguel Ángel Fernández Ordoñez

En España se habla mucho de la 'burbuja inmobiliaria'. El último informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) ha vuelto a recordar los problemas que puede acarrear su pinchazo, mientras que el vicepresidente Rato sigue negando que exista tal burbuja. También el presidente de la Asociación de Promotores, aunque dice que el mercado inmobiliario español es como 'el mercado de angulas en Navidad', niega que exista la burbuja.

La burbuja es una metáfora que se suele utilizar para describir los excesos que se producen en los mercados de activos.

Se dice que hay 'burbuja inmobiliaria' cuando los precios de los activos inmobiliarios han sobrepasado en mucho un nivel sostenible en el tiempo.

La burbuja transmite la idea de exceso y también la idea de no sostenibilidad, de que en algún momento ha de pincharse y dar marcha atrás frente a los niveles alcanzados.

No estoy seguro de que el problema de la burbuja inmobiliaria en España sea tan serio como en los otros países estudiados por el FMI, pero estoy absolutamente persuadido que tenemos otra burbuja más preocupante, que es la 'burbuja de la construcción'.

En este caso el exceso no se refiere al precio de los activos, sino al exceso de actividad en la construcción, que ha alcanzado niveles que no son sostenibles. El principal problema económico que tendremos que afrontar en los próximos años es el derivado de los excesos en el sector de la construcción.

Esta burbuja pinchará y caerá la actividad de este sector y el Gobierno no ha preparado al país para este cambio en la estructura de la demanda y de la oferta. Para evitar esa crisis hubiera sido necesario adoptar políticas de aumento de la competitividad exterior y de la productividad, lo que no se ha hecho, y quizá el ejemplo más evidente sea el flagrante fracaso del Ministerio de Ciencia y Tecnología que ya va por su tercer titular.

La evolución de los indicadores de la construcción lleva a pensar que la burbuja de la construcción todavía podría mantenerse inflada al menos un año y medio más, hasta 2005. El crecimiento espectacular del crédito hipotecario o la evolución de los distintos indicadores -visados, consumo de cemento, etcétera- sugieren que la burbuja de la construcción no debería pincharse antes del año 2005.

Sin embargo, el documento de alternativa presupuestaria del PSOE, presentado esta misma semana, contiene una visión más pesimista sobre la evolución de la construcción en el ejercicio 2004, que merece ser considerada.

La justificación de ese pesimismo parece sólida: es difícil pensar que la construcción de viviendas vaya a superar en el año 2004 las 625.000 viviendas construidas en 2003 y, si no se aprueban las inversiones adicionales en infraestructuras que propone el documento del PSOE, es posible que la inversión en obra civil disminuya también en 2004 en relación a 2003.

Si fuera así, el pinchazo de la burbuja de la construcción podría estar más cerca de lo que la mayoría de los analistas habrían imaginado.

Es curioso que tengamos que aprender sobre la coyuntura española a través de un partido político, pero esto es consecuencia de la política del actual Gobierno de atacar toda opinión discrepante por parte de servicios de estudios privados e incluso de haber forzado en muchos casos que se suprimieran esos servicios, con lo cual ha logrado que los españoles estemos a oscuras.

El problema es que cuando uno anda a oscuras, corre el riesgo de darse fuertes batacazos, y el pinchazo de la burbuja de la construcción podría ser el primero de ellos.

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