Magia con desatino
Esta vez has dado en el blanco. Con dos flechas, tres dianas para ser exactos. Es magia con precisión'. Era, mejor dicho, la magia del pop de los ochenta y la letra de una canción ya mítica del no menos mítico grupo Nacha Pop. Y de la vigencia de sus letras habla la actualidad hispana de la red de redes. Porque, sin duda alguna, España ha dado nuevamente en el blanco y ha conseguido tres dianas con tan sólo dos flechazos que nos han atravesado el corazón con la misma intensidad que la inesperada decisión del jurado del premio Príncipe de Asturias de la Concordia cuando el miércoles otorgaba el galardón a la escritora británica Joanne K. Rowling. Hay operaciones de marketing que matan, y ésta es una de ellas. Aunque no menor que la del Gobierno que nos desgobierna con la misma devaluada locura con la que inició sus pasos en el mundo virtual con aquel programa de infasto recuerdo que respondía al nombre de Info XXI.
No hace falta siquiera recordar las flechas lanzadas estos días a la diana de la desesperación internauta. La primera da que pensar si el dominio .es responde al Estado español o a la abreviatura de estafa en la lengua original en que se produce. Porque únicamente de estafa, o desatino si queremos ser políticamente correctos, puede calificarse la decisión gubernamental de que los dominios españoles le cuesten a un usuario particular un centenar de euros al año cuando un dominio .com sólo le cuesta 12 euros. Debe ser porque quienes gobiernan nuestro trozo de la red de redes consideran abultados los menos de 40.000 dominios .es registrados hasta la fecha en comparación con los cinco millones y medio de dominios alemanes o los tres millones del Reino Unido.
Ya sólo falta, como se bromea en más de un foro, que el Ministro de Fomento apoye públicamente la medida con su lacónica y popular cita inmobiliaria: 'Si son tan caros es porque los españoles tienen dinero y pueden pagarlos'. Pisos, dominios... todo es lo mismo en esta España próspera y rica, sin paro ni burbujas.
La otra flecha de Cupido es internacional y la ha lanzado la RIAA, esa asociación de empresas discográficas que ha perdido la cabeza (tiempo ha) y ha iniciado las primeras demandas contra 261 internautas acusados de intercambiar música en Internet. La gracia está en que uno de los demandados es una niña de 12 años (http://www.nypost.com/news/regionalnews/5349.htm) que se ha colado en el grupo porque la RIAA asegura que no dispone de información personal. Claro, saben tu nombre, tu domicilio, tu número de la Seguridad Social, pero desconocen tu edad. Por supuesto, en EE UU hay quien mantiene la lucidez, como la Electronic Frontier Foundation e incluso un senador norteamericano que ha aconsejado a la gente que no se le ocurra aceptar la amnistía propuesta por la RIAA (dc.internet.com/news/article.php/3074301) que pretende perdonar a quienes se autoinculpen y prometan borrar sus ficheros, aunque más bien parece que desea obtener más información.
Debe ser magia, pero maligna, o cuanto menos desatinada. Porque la única precisión que la adorna es la de pensar que además de buenos y obedientes ciudadanos debemos ser tontos de remate. Sin duda, así es como mejor se potencia la sociedad de la (des)información. Por desgracia, como también cantaba Antonio Vega en Una décima de segundo, nos quedan 'un millón de instantes de que hablar'.
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