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Golf

El precio de jugar en un campo único

Hugh Grant tendrá que esperar turno en el Royal Saint George's. Listas de espera y comités de admisión en los clubes de golf más exclusivos del mundo

De nada le sirvió la popularidad a Hugh Grant para hacerse socio del Royal Saint George's de Sandwich (Inglaterra), sede del último British Open el pasado mes de julio. La estrella cinematográfica no salía de su asombro cuando la secretaria del club, Jill Betts, le contestó que 'para ser socio nadie se salta la cola. No hacemos excepciones', dijo, además de recordarle que deberá demostrar su capacidad golfística en este dificilísimo links que cuenta con un hoyo, el número uno, considerado uno de los más complicados del mundo, donde Tiger Woods perdió su bola en la primera vuelta y acabó con triple bogey.

El galán inglés se sintió fascinado por la historia de esta entidad que fundaron dos doctores escoceses, Laidlaw Purves y Henry Lamb, descontentos con la saturación de los campos de Londres a finales del siglo XIX, lo que les llevó a buscar unos terrenos en el sur, junto a las playas del canal de la Mancha, a poco kilómetros de los blancos acantilados de Dover.

El Royal St. George's tuvo el honor de ser el primer club inglés donde se disputó el British Open en 1894. Es decir, 34 años después del inicio del torneo los escoceses aceptaron que el Open viajara hasta el sur de Inglaterra y lo hicieron porque los fundadores eran miembros de la Honorable Compañía de Golfistas de Edimburgo, el primer club del mundo, creado en 1744, ahora con sede en Muirfield.

Quizá nadie le había contado a Grant que el club más antiguo de Sandwich, sede en trece ocasiones del British, tiene otras prioridades en este momento, como encontrar a unas cuantas damas que acepten formar parte de la sociedad, cuya entrada tenían vetada hasta hace unos meses. La duquesa de York tuvo que utilizar en 1927 la puerta de servicio para acceder a la Casa Club.

La lista de espera es el método que se emplea en la mayoría de las entidades de nuestro país que tienen completo el cupo de socios. La diferencia con respecto a Gran Bretaña o Estados Unidos es que en estos países se respeta escrupulosamente el orden de inscripción en dicha lista, al contrario de lo que suele ocurrir en Europa continental.

Los dos clubs más exclusivos del mundo, el Augusta National Golf Club en EE UU y el Royal and Ancient Golf Club de Saint Andrews (Escocia), sociedad formada en 1754, proponen a ilustres personalidades formar parte de los mismos. No existe la lista de espera, aunque sí un comité de admisión que discute la propuesta, generalmente ya consensuada de antemano. Más que el dinero, raza o religión del futuro miembro, tienen en cuenta sus antecedentes y su posición social. La entrada de Bill Gates en el Augusta National Golf Club fue rechazada en primera instancia al considerarle un explosivo nuevo rico que rompía la armonía del lugar. La necesidad de fortalecer la entidad con gente influyente le permitió ser admitido más adelante.

En España existen unos cuantos clubes exclusivos. Empezando por el de Valderrama, donde apenas un centenar de socios disfrutan de uno de los recorridos mejor cuidados del mundo, todos ellos amigos del propietario, Jaime Ortíz Patiño, conocido como el rey del estaño, que es quien propone la entrada de nuevos miembros.

En Madrid, el Real Club Puerta de Hierro tiene la admisión de nuevos socios cerrada. Allí los profesionales no tenían acceso a la Casa Club durante las competiciones. Para ellos se les habilitaba una carpa. Cuando Severiano Ballesteros se convirtió en una estrella mundial se abrió la mano, aunque el golfista cántabro decidió seguir en el reducto asignado a sus compañeros, un gesto que todos le valoran. En Barcelona está el Real Club de Polo, a punto de inaugurar un nuevo campo diseñado por Greg Norman cerca de Terrassa. Las obras de construcción de la tercera pista del aeropuerto de El Prat les ha obligado a abandonar su privilegiada ubicación. Sus salones han sido punto de reunión de la burguesía catalana, al igual que en Jaizkibel (San Sebastián), en los que se precisa un permiso para hacer fotos en el interior.

Son entidades privadas exclusivas que se rigen por sus propias normas, que fijan la barrera de selección en una elevada cantidad económica a abonar de entrada, además de los avales de socios de la entidad. En la mayoría de estos campos se puede jugar invitado por un socio. En otros, como Valderrama, Saint Andrews o el propio Saint George's, hay un número limitado de green fees diarios al precio que fije el club.

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