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Tribuna
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El 'caso Eurobank'

Volvemos a encontrarnos con un nuevo caso, caso Eurobank. Deseamos que sea el último, pero puede que no sea así. En este nuevo supuesto aparece la vinculación de entidades que practican operaciones financieras varias bajo la forma jurídica de mutuas.

Las razones que inducen al estado actual de desfase patrimonial e insolvencia, de acuerdo con los datos de que disponemos, son las que suelen caracterizar este tipo de situaciones. Destaco algunos de los rasgos comunes, sin establecer orden jerárquico: insuficiente capitalización, inversiones arriesgadas, pagos de intereses fuera de mercado, captación de capitales que se destinan a cubrir desfases anteriores -generando una bola de nieve imparable-, desorden y mala administración, y, en definitiva, ambición desordenada de quienes dirigen la entidad, y creencia por parte de los inversores de que realizan inversiones de alta rentabilidad que se convierten de alto riesgo y caminan juntos unos y otros por las alcantarillas del mercado.

En el caso Eurobank aprecio, también, algunos datos complementarios, sin que ello suponga en ningún momento realizar juicio de valor, sino simplemente descripción de lo que la observación de la realidad me permite.

En primer lugar, hubiera sido preferible que no se hubiera producido el nacimiento de Eurobank. Si mi memoria no me falla fue obra de quien realizó operaciones al frente de una importante caja de ahorros, que le valieron ser destituido fulminantemente por esa arriesgada operativa.

Repitiendo esas mismas prácticas y utilizando una clientela captada con alicientes especulativos nace Eurobank. Por tanto, como ello ocurre, creo recordar, en los ochenta, la primera responsabilidad alcanza a quienes hubieran podido impedir la salida al mercado de esta entidad impulsada y dirigida por una persona que no merecía confianza.

Posteriormente, el mercado era conocedor de las operaciones que se cobijaban en esta entidad, sin que se recuerde una acción decidida de quienes tienen facultades y responsabilidades para impedirlo. Aparece aquí la segunda esfera de responsabilidad, que se intenta aminorar alegando la apertura de expedientes, pero sin resoluciones que pusieran fin a la actuación de esta entidad.

A ello hay que añadir, la tolerancia, y en algunos casos complacencia, permitiendo vasos comunicantes en las operaciones del caso Eurobank entre la entidad y los fondos formalmente pertenecientes a las mutuas, sin que se sepan con claridad los resultados de la acción inspectora y con facultades sancionadoras, en este caso, de las autoridades de control y vigilancia pertenecientes a la Administración autonómica de Cataluña. Todos miraban de un lado para otro, pero nadie actuó con diligencia y energía.

Dentro de este perímetro de responsabilidades, hay también que consignar la conducta de atrevidos inversores que se movían por el afán de percibir compensaciones, intereses y ventajas que a gritos se sabía que estaban fuera de las reglas del mercado. Siempre ocurre lo mismo: quienes presumen ser más sagaces acaban siendo en términos coloquiales (y no sé si presuntamente jurídicos) estafados.

Ahora nos encontramos que las soluciones son difíciles. El Fondo de Garantía de Depósitos asume lo que legalmente le corresponde, pero no debemos olvidar que sus recursos se nutren del dinero de los demás. Al Estado y a la Administración autonómica de Cataluña se les piden explicaciones, y alega argumentos formales, que poco resuelven. El procedimiento judicial que se ha iniciado se mueve más en el terreno de la quiebra que en el de la suspensión de pagos. Afortunadamente dentro de pocos meses dispondremos de un cuadro legislativo distinto, pero hoy por hoy es el que está vigente hace un siglo.

Me gustaría ser más benévolo y comprensivo con quienes con su conducta han hecho posible el caso. Pero a los Administradores e inversores hay que recordarles lo que también hace muchos años dijo Napoleón: 'Quienes no respetan mi derecho no pueden exigir que los proteja'. Las Administraciones deben tomar nota, pues los ciudadanos no merecemos que cada año o dos años ocurra un caso similar.

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