El triunfo de Rajoy sería el tercero de Aznar
José Luis Sanchis analiza la elección por José María Aznar de Mariano Rajoy como candidato a la presidencia del Gobierno. Del perfil del elegido, el autor destaca su carácter dialogante y la capacidad de negociación
Muchos se hacen en estos momentos una pregunta: ¿por qué ha designado José María Aznar a Mariano Rajoy como su sucesor en la candidatura del PP a la presidencia de Gobierno? Desde la perspectiva del marketing electoral podemos hacernos otra pregunta: ¿es Mariano Rajoy el más idóneo de los supuestos aspirantes a tal honor? Personalmente estoy convencido de que el jefe de Gobierno y presidente del PP se ha planteado esta segunda pregunta muchas veces y, por lo tanto, las dos preguntas pueden considerarse como dos aspectos de la misma pregunta.
Con las características de nuestro sistema electoral, un candidato debe responder a dos exigencias: la interior, de su partido, y la exterior, el electorado. Es fundamental mantener o conseguir la unidad del partido para motivar y movilizar a los militantes, que es lo más importante para sintonizar con el electorado y conseguir los votos.
Desde que José María Aznar decidió no presentarse a la reelección surgieron tres nombres como probables sucesores en la candidatura electoral del PP: Jaime Mayor Oreja, Rodrigo Rato y Mariano Rajoy. Más recientemente se añadieron otros, como Alberto Ruiz-Gallardón y Eduardo Zaplana. Creo que el presidente Aznar barajó estos nombres y sólo estos. Como confirmaron múltiples encuestas de diferentes empresas de sondeos todos y cada uno tenían idoneidad suficiente y similar para haber sido buenos candidatos. Es lógico que hubiese diferencias de matices, cuantitativos y cualitativos, en cuanto a la valoración de la militancia y del electorado, pero los cinco contaban con cifras reales de nivel alto. ¿Qué aspectos o matices pueden haber inclinado la balanza a favor de Mariano Rajoy?
El pragmatismo de Rajoy le llevará a contar con colaboradores tan útiles y capacitados como Rato y/o los miembros de su equipo económico
Desde mi visión profesional considero esencial en la elección la figura de José María Aznar, pero no porque se haya hecho la designación a dedo, sino porque el candidato elegido debe reemplazar al líder vigente, tanto en el interior como en el exterior, en el partido y en el electorado.
La victoria de Mariano Rajoy del mes de marzo sería la tercera victoria del PP en las elecciones generales y, en gran medida, el tercer triunfo de José María Aznar. Creo que es muy importante tomar en cuenta el binomio político y electoral compuesto por las personalidades de Rajoy y Aznar como conjunto. Cualquiera puede hacer el análisis de los otros binomios, Rato-Aznar, Mayor-Aznar, Gallardón-Aznar, Zaplana-Aznar, Acebes-Aznar, etcétera.
Dice un axioma electoral que las elecciones no las gana la oposición, sino que las pierde el que está en el poder. En estos momento es mucho más fuerte el sentido de continuidad que la tendencia al cambio. Aunque José María Aznar haya decidido no presentarse por cuarta vez como candidato a la presidencia del Gobierno, no significa que no vaya a ser decisivo en la próxima campaña. Puede decirse sin género de dudas que la sombra de tal árbol sigue siendo densa y alargada.
Esta situación, que no es correcto definir como bicefalia, no significa en absoluto que Rajoy vaya a estar, ni en la campaña ni menos posteriormente, supeditado a la personalidad y ascendiente de José María Aznar. Más parece que vaya a ser él mismo el gran beneficiado de la utilización y capitalización de la marca del presidente para ganar las elecciones y llegar a la cúspide del poder. A partir de ahí planificará y definirá su proyecto personal futuro con la tranquilidad que parece poseer para no precipitarse y solucionar los problemas con un gran sentido de la estrategia.
Si analizamos el perfil personal de Mariano Rajoy podemos intuir cómo puede ser su probable futuro Gobierno.
Su pragmatismo le llevará a contar con colaboradores tan útiles y capacitados como Rodrigo Rato y/o los miembros de su equipo económico. Ha demostrado, por otra parte, ser un magnífico gestor, aunque no haya realizado ningún tipo de revolución en sus responsabilidades en diferentes ministerios. Parece seguro que mantendrá la unidad del partido, que proyectará su comportamiento personal intachable al comportamiento público de él mismo y de su equipo de gobierno. Y no cabe duda de que mantendrá su carácter dialogante que le ha conquistado una imagen de político de centro aunque haya sido hombre cercano a Manuel Fraga y un conservador declarado.
Pero José María Aznar, el Partido Popular y el mismo Mariano Rajoy deben plantearse si la candidatura de éste va a ser capaz de generar los votos suficientes. Creo que, en este sentido, Mariano Rajoy puede hasta conseguir nuevos votos atraídos por su bonhomía y sus cualidades políticas, pero parece, en todo caso, que se garantiza la fidelización de la mayoría del electorado que ha apoyado al PP en 1996 y, sobre todo, en 2000, campaña esta última que coordinó el mismo Mariano Rajoy.
Reúne, además, importantes matices políticos que pueden fortalecer aquellas zonas más debilitadas por el desgaste del poder. A su gran preparación y experiencia añade una imagen amable de un político dialogante, capaz de fino e inteligente sentido del humor que pueden ser el mejor antídoto contra el brote de crispación virulenta que ha provocado la última estrategia de Aznar en el final tormentoso de su Gobierno.
Mariano Rajoy parece tener una aceptación generalizada en el partido, aunque sólo tenga ésta un perfil moderado, y no provoca un rechazo importante de la oposición, ni de los políticos ni de los electores de izquierda.
Tampoco ha protagonizado enfrentamientos importantes con los nacionalistas, aunque haya sido ministro de Interior y haya debido vérselas con el terrorismo. Esta capacidad de negociación con los nacionalistas es de suma importancia y, seguramente, la ha tenido en cuenta José María Aznar, para el caso de que el PP no obtenga mayoría absoluta en las próximas elecciones y necesite gobernar en coalición.