CLAVES: La directiva europea sobre patentes de 'software'
La patente es un título que reconoce el derecho a explotar en exclusiva una invención e impide que otros se beneficien de ella (ya sea por la fabricación, la venta o la mera utilización) sin consentimiento del titular. Dicha invención puede ser un procedimiento, un aparato o un producto nuevos o, simplemente, un perfeccionamiento o mejora de otros ya existentes.
La situación jurídica sobre las llamadas patentes de software es ambigua. Aunque los Quince son firmantes del Convenio Europeo de Patentes de 1973, desde esa fecha hasta la actualidad se han realizado modificaciones en los ordenamientos internos de manera que cada país tiene unas normas dispares sobre esta materia. Esa disparidad de legislaciones conduce a la inseguridad jurídica y obstaculiza el buen funcionamiento del mercado único europeo. Por eso la Comisión quiere armonizar y aclarar la legislación mediante la nueva directiva.
La directiva indica que serán patentables las invenciones que implican la utilización de un ordenador, una red informática o cualquier otro aparato programable. Así, se podrá registrar un producto (un ordenador programado, por ejemplo) o un procedimiento.
Para que se la considere patentable, una invención implementada en ordenador debe ser nueva y debe aportar una "contribución técnica", es decir, que se aplique en un campo tecnológico que no sea evidente para un experto en la materia.
La Comisión Europea repite de forma insistente que los programas no se pueden proteger mediante este instrumento básico de la propiedad industrial. El código que subyace a una aplicación informática está protegido por los derechos de autor y así lo reconocen todas las legislaciones de la UE; la creación de la patente de software no les afecta en absoluto. En cambio, lo que se pretende salvaguardar ahora son los modelos, las ideas. Cuando se inscribe una patente, lo que se registra es la descripción de un procedimiento (por ejemplo, un sistema de compra online que resultara completamente novedoso) o de un producto (como un ordenador programado de manera inédita hasta la fecha) y no el diseño o el código que lo hace funcionar.
La directiva deberá estar aprobada tanto por el Parlamento Europeo como por el Consejo. Se trata del procedimiento de codecisión, según el cual la Cámara hace una primera lectura del texto propuesto por la Comisión e introduce las enmiendas que estime oportunas. Después de votarlo, se envía al Consejo; si lo aprueba, el texto entras en vigor; si hace modificaciones, se reenvía al Parlamento para que elabore una posición común de ambas instituciones mediante un largo proceso de revisiones hasta su aprobación (o rechazo) definitivo.