Supervisión de Eurobank
La junta de accionistas celebrada ayer por Eurobank sólo ha servido para añadir más sombras a la crisis del banco. La entidad intervenida por el Banco de España el 25 de julio convocó la junta para aprobar su liquidación. Sin embargo, el presidente y accionista mayoritario, Eduardo Pascual, formuló -para sorpresa de los minoritarios, que se oponían a la disolución- una propuesta en sentido contrario. La moción resultó aprobada, pero sin el voto del propio Pascual.
Un paso más en un proceso que nunca debió llegar a estos límites. Los ahorradores vuelcan ahora su ira en el Banco de España, al que acusan de poca diligencia en su labor supervisora. Y el organismo que preside Jaime Caruana debería explicar de manera pormenorizada qué pasos ha dado en esta crisis.
El Banco de España no es omnipotente ni tampoco se le puede pedir que sea infalible en sus decisiones. Pero resulta difícil comprender cómo el expediente incoado a Eurobank en mayo de 2000 no se resolvió -con amonestación en el BOE por infracciones graves- hasta octubre de 2002. Dos años y cinco meses a la espera de su resolución son la prueba de que algo falla en el sistema de supervisión y control.
La Generalitat de Cataluña, supervisora de las tres mutuas con las que operaba el banco-también controladas por Pascual- tampoco ha dado muestras de eficacia en este caso. Pero la entidad que puede verse más salpicada por la pérdida de credibilidad es el Banco de España. Para evitarlo es imprescindible una investigación a fondo, rápida y transparente. Y sin flecos, como los que aún penden de Gescartera.