El susto de la deuda
La deuda pública ha sido motivo de preocupación para los inversores en los últimos días. Los precios de los bonos a diez años de Estados Unidos cayeron bruscamente al cierre del mes de julio, lo que hizo que los intereses (que se mueven en sentido inverso) se dispararan en 133 puntos básicos, su cambio más drástico en más de una década. Ello arrastró al bono alemán, el de referencia en Europa, cuyo interés subió en 73 puntos básicos. En las sesiones posteriores se ha producido cierta recuperación del mercado, sin que se despeje del todo la inquietud.
¿Ha pinchado la burbuja de la deuda pública, como sostienen algunos expertos, o se ha producido una corrección razonable, como creen los que parecen ser mayoría? No existe unanimidad en el diagnóstico del mercado de deuda pública, que lleva tres años inflándose al ritmo que caen las Bolsas y como muestra de la aversión generalizada al riesgo. En los últimos meses los precios de las acciones y de los bonos habían estado subiendo a la vez, lo que se consideraba ilógico e invitaba a temer un abrupto cambio de rumbo.
Sobre los bonos soberanos han actuado en los últimos tiempos factores extraordinarios, desde la huida generalizada de la renta variable tras el pinchazo de la burbuja bursátil en primavera de 2000 hasta los atentados del 11 de septiembre en EE UU y la guerra en Irak, que elevan el atractivo de los productos financieros más seguros. Sólo así se explica que, en un escenario de caída continua de los tipos de interés, haya existido tan elevada demanda de títulos de renta fija. Las rentabilidades de letras y bonos son tan reducidas que, en el caso español, ni siquiera alcanzan la inflación.
En los últimos meses se sumó otro factor de distorsión: el fantasma de la deflación. El temor a una caída de precios que deprimiera la economía fue expresado por autoridades tan respetadas como la Reserva Federal estadounidense. Ahora el discurso ha cambiado: los últimos mensajes de la Reserva Federal, como los del BCE, ya no se refieren a ese pesimista escenario, sino que destacan las señales de recuperación económica. Se cree en el mercado de renta fija que, si mejora la actividad, los tipos a largo plazo seguirán repuntando, lo que a su vez hará caer el precio de los bonos. La paradoja es que la subida de tipos a largo plazo en EE UU, donde las familias están muy endeudadas, puede frenar la propia recuperación.
En todo caso, mientras la inflación continúe moderada en las mayores economías mundiales, no parece probable un rebote importante de los tipos de interés. Algunos expertos pronostican un escenario de crecimiento en suave aceleración sin tensiones ni en los precios ni en los tipos, lo que sería el escenario ideal para la deuda y también para la Bolsa. La normalización del mercado de renta fija en los últimos días puede sugerir que, tras una reacción exagerada a los últimos datos económicos, un análisis más detenido resulta un poco más tranquilizador.