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Columna
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160 años

Coincidiendo con el 160 aniversario de su fundación, 'The Economist' ha publicado una investigación sobre el capitalismo y la democracia. Carlos Sebastián comenta sus resultados

Carlos Sebastián

Este mes el semanario The Economist ha cumplido 160 años. Nació en 1843 para oponerse al mantenimiento de las Leyes de Grano (el proteccionismo agrícola de la época), batalla en la que se encontraba al lado del economista clásico Ricardo, y para abogar por el libre comercio. Y lleva todos estos años manteniendo una línea relativamente coherente en defensa de la economía de mercado y, también, de las libertades civiles. Con motivo de esta efeméride ha presentado un survey sobre el capitalismo y la democracia, en el que reafirma lo que ha sido su línea editorial a lo largo de su historia y que contiene muchos puntos llenos de interés, aunque otros podrían ser matizados.

Es indudable, como afirma The Economist, que en los periodos en los que ha habido mayor integración de los mercados (¿una mayor globalización?) no sólo se ha producido un crecimiento más intenso de la economía mundial sino que ha mejorado la distribución de la renta. Ha ocurrido en el periodo 1950-2000, que es al que se refiere el artículo, y para ilustrarlo aportan la evidencia presentada en los recientes trabajos de Xavier Sala. Pero también entre 1870 y 1914 (¿la otra era global?), como ponen de manifiesto los estudios de J. Williamson. De esta evidencia no se puede deducir, sin embargo, que para la aceleración del crecimiento y para la incorporación al mismo de los países estancados en niveles muy bajos de renta basta con una apertura general de los mercados.

Recientemente acaba de publicarse una interesante colección de artículos, seleccionados por D. Rodrik con el título En busca de la prosperidad, que aporta evidencia adicional sobre la importancia de una evolución institucional adecuada para que los países puedan beneficiarse de la apertura de sus economías. En ocasiones la evolución institucional se ha iniciado en un contexto de liberalización limitada (China, Botsuana, Mauricio). En otras, la liberalización no condujo ni a la evolución institucional ni al desarrollo económico (la mayoría de los países ex comunistas). En otras, las políticas proteccionistas contribuyeron poderosamente a la regresión institucional y al estancamiento (Argentina, tras la Gran Depresión). Probablemente The Economist estaría más de acuerdo con estas matizaciones que con la simplificación de sus argumentos, que defienden funcionarios internacionales.

Las empresas están interesadas en la exploración y producción del petróleo iraquí

Otros aspectos del survey resultan más contundentes. Es muy ilustrativa la discusión de las graves deficiencias en el gobierno de las empresas que sufre el capitalismo, que crean incentivos perversos y alejan las decisiones empresariales de la eficiencia. Problema derivado de la generalización del capitalismo popular, en el que instrumentos de ahorro colectivo son propietarios de importantes paquetes de acciones de empresas, pero no ejercen como auténticos propietarios.

Pero más incuestionable y provocativa es la propuesta de que los Gobiernos no deben definir políticas a favor de los empresarios (como se vanaglorian muchos de hacer), sino mantenerse alejados de ellos, y concentrar su política económica en el fortalecimiento de los mercados, que será la forma en la que emprendedores e innovadores puedan dinamizar la economía. Precisamente, estudios recientes sobre las diferencias en la productividad de los países de la OCDE encuentran que las políticas intervencionistas en el mundo empresarial son uno de los factores que afectan negativamente a la convergencia en productividad.

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