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Columna
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'Quo vadis', Greenspan

Las decisiones de la Reserva Federal estadounidense (Fed) desde 2001 pueden haber provocado efectos indeseables en la economía de EE UU.

Las bajadas de los tipos de interés no han reactivado la economía y parece que sólo han contribuido a la demanda residencial, generando algo parecido a una burbuja, sin que eso esté contrastado empíricamente. La expectativa de bajos tipos y deflación, alimentada por Greenspan, también puede haber supuesto tipos excesivamente bajos en bonos soberanos y corporativos. Este aumento del valor de la renta fija se ha frenado, curiosamente, con la rebaja de 25 puntos básicos el pasado 25 de junio.

¿Qué ha pasado desde el 25 de junio, fecha en la que bajó los tipos la Fed, para que los mercados financieros hayan reaccionado de esta forma, con una significativa salida de los mercados de renta fija y ganancias en la renta variable? Si analizamos el discurso de Greenspan ante el Congreso, y particularmente el diálogo con algunos de los representantes del Congreso y Senado, llegaríamos a la conclusión que sus comentarios se alejan de la realidad, y que la visión económica que presentó no se ajusta a la mediana del escenario central que las principales instituciones públicas o privadas tienen para 2003 y 2004.

Las acusaciones de que sólo está para contentar a la banca de inversión y a las clases más favorecidas comienzan a cuajar

En su previsión de crecimiento (2,5-2,75% anual en el cuarto trimestre de este año y 3,75-4,75% anual en el cuarto trimestre de 2004) hay un serio problema para una rápida y sólida recuperación económica. æpermil;l lo basa en tipos de interés a largo plazo lo suficientemente bajos, y por supuesto en el mantenimiento de los tipos a corto en el nivel actual. Y lo hace sin utilizar medidas de política monetaria no convencional, como son la intervención en el mercado de bonos para tratar de controlar los tipos a largo plazo mediante la compra de tales activos. Pero, con su optimismo, Greenspan provocó una venta masiva de bonos soberanos, y con ello un repunte significativo de los tipos a largo plazo, la base de su previsión de recuperación.

Esta reacción fue chocante, lo mismo que lo fue la que se produjo debido a los comentarios sobre deflación en mayo. El 90% del discurso lo empleó en denotar el impacto tan favorable que ha tenido en la reestructuración de los balances de empresas y hogares los tipos de interés a largo bajos, y especialmente el intenso proceso de refinanciación de hipotecas, elemento crucial no solo para mantener el consumo, sino también para la reestructuración financiera que conlleve, como hasta ahora, la reducción de la carga financiera para los hogares, lo que les permite endeudarse más, sin dedicar mayor nivel de renta disponible.

Por todo ello, cree en la continuidad de esta situación, lo que necesita como condición necesaria, pero no suficiente, los tipos a largo plazo en niveles lo suficientemente bajos para que sea rentable el proceso de refinanciación. Además, se necesita un incremento del valor del inmueble, que claramente depende del nivel de la demanda de vivienda, dada la rigidez de oferta del stock de vivienda usada.

El problema es que con sus decisiones parece beneficiar más a los que viven a crédito que a los que ahorran, como lo demuestra el poco interés de aquellos que no monetizan el incremento del valor de sus inmuebles, principalmente el segmento de población más desfavorecido, que además es aquel cuya rebaja de impuestos recién aprobada es testimonial.

Tal vez esta falta de sensibilidad hacia cómo se distribuya la supuesta mejora económica es lo que provocó los encontronazos con algunos congresistas, que ven como la tasa de paro se sitúa cerca del 9% (caso de Oregón) y que las dificultades económicas de muchos Estados para hacer frente a sus obligaciones, por una política fiscal poco responsable, comienzan a dificultar la reelección del equipo de Bush.

Las acusaciones de que Greenspan sólo está para contentar a la banca de inversión y las clases más favorecidas, comienza a cuajar, incluso entre la corriente conservadora, lo que sin duda debería hacer reflexionar a la máxima autoridad monetaria.

Lo que sí ha quedado claro es que volvería a bajar los tipos oficiales si fuese necesario, y que la política monetaria va a seguir siendo expansiva, lo que en esencia implica que los tipos de interés se van a mantener bajos (los oficiales) todo el tiempo que sea necesario, ya que no intuye problemas de inflación, aunque tampoco de deflación.

En fin, llegado a este punto, no entiendo sus argumentos, ni tampoco las recetas. Los mercados han interpretado el discurso como un anuncio del fin del estancamiento, por lo que surge la pregunta, ¿adónde quiere llegar Greenspan?

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