Los bajistas son fusilados al amanecer
La bibliografía abundante sobre los éxitos y los fracasos de las inversiones en Bolsa coincide en que los movimientos a la baja son siempre los que mayores beneficios reportan a quienes actúan con ese planteamiento. La explicación, siempre con fundamentos históricos, es que las caídas son bruscas y cogen por sorpresa a la mayor parte de los inversores y especuladores.
En los movimientos a la baja son frecuentes, además, los episodios de pánico, porque nadie ha sido capaz aún de inventar la pócima capaz de neutralizar el contagio en las masas. La manada bursátil suele destruir todo lo que pisa, como el caballo de Atila. Sucede, además, que los sistema de futuros y ventas a crédito, que son los que permiten el apalancamiento, no cuentan con acotaciones de la caída, porque cuanto mayor sea ésta, mejor. Como dice un experto en la materia, 'el pánico bajista te da más dinero que el que pensabas en un primero momento'.
La realidad es, no obstante, diferente. El bolsista es alcista por definición, porque en sus creencias no figura el término baja. Es algo así como mentar la bicha, algo ominoso, abominable, como si el dinero siempre se generara de la mano de las alzas. Por eso, la pléyade de analistas, observadores, agitadores y especuladores en general utilizan términos tan absurdos cuando la Bolsa baja como realización de beneficios o corrección técnica saludable. O sea, que el que entró antes de la corrección lo hizo a sabiendas de que la Bolsa iba a bajar, porque alguien iba a realizar beneficios. ¿Sabe alguien de alguien que esté contento cuando los títulos que compró ayer bajan hoy?
La perversión del discurso va más lejos. Aquellos observadores o analistas, los menos, que hacen planteamientos bajistas son linchados al amanecer. La presión no cesa. Hay bajistas empedernidos que han logrado zafarse, escurrir el bulto y huir del pelotón de fusilamiento. ¿Serán atrapados algún día?