El sapo es el animal más despistado
Errores, despistes, fallos técnicos y humanos son términos de moda en la Bolsa española a propósito de la subida fulgurante en la subasta de cierre del viernes. En la historia del Ibex, como índice que sirve de base para los futuros, hay ejemplos similares. Siempre se achacaron a errores y despistes, pero luego se demostró que no fue así, que los futuros admiten mil y una fórmulas de actuación como soporte de operaciones singulares.
No sólo se producen despistes en momentos concretos. Multitud de inversores, operadores y participantes del mercado en general parecen no haberse dado cuenta de la fuerte subida de las Bolsas desde el 12 de marzo. Algunos han aprovechado el caso para predicar un cambio de tendencia que, por cierto, ninguno de los sabios ve por parte alguna.
Lo peor que puede suceder a corto y medio plazo, dicen los observadores, es que aquellos gestores e inversores que participan de los fastos de la subida en ciernes caigan, también, en errores de bulto, en despistes que pueden ser letales. Es decir, que se dejen llevar por los alegatos de los telepredicadores y no se aperciban de que lo mejor quizá ya ha sucedido.
En el mundo animal hay ejemplos que pueden ser trasladados a la coyuntura bursátil actual. Se sabe, por ejemplo, que el sapo es el animal más despistado cuando llega la hora del apareamiento. La tenacidad y el despiste de estos animales asombran, porque no es raro que las relaciones duren varias semanas y que, también, se abracen a objetos inertes o incluso formen lo que los expertos en la materia llaman tren de sapos, que no es otra cosa que media docena de anfibios subidos unos encima de otros y cabalgando sobre una misma hembra.
Hay quienes sospechan que muchos inversores se han abrazado a tendencias bursátiles que no están refrendadas por las noticias macro ni por las referidas a los balances de las empresas. El colmo del despiste.