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Lealtad, 1

La panacea de los fondos de alto riesgo

La tribu alcista, un selecto grupo de fondos de alto riesgo que iniciaron, desarrollaron y consolidaron el movimiento alcista en ciernes con motivo de la guerra de Irak, sigue impasible y con demostrada insensibilidad a las críticas sobre la exageración de las subidas de los índices. Los fondos de alto riesgo se han convertido en la panacea para miles de inversores estadounidenses y del resto del mundo.

Los hedge funds están rodeados de una aureola mágica. Justo cuando iban a ser regulados, justo cuando se arruinaron los más importantes por la crisis rusa, asunto que conviene no olvidar, Alan Greenspan les tendió la mano y los salvó de la quiebra. Se supo entonces, sólo hay que acudir a la hemeroteca, que en los fondos de alto riesgo quebrados participaban prohombres de la política, las finanzas y la economía estadounidenses. Incluso alguno de ellos fue antes máximo responsable del Tesoro y de la Reserva Federal.

Mucho se ha escrito desde la crisis financiera rusa, aquella que conmocionó los mercados financieros del mundo en las postrimerías del verano de 1998. Mucho se ha argumentado, pero nada se ha hecho para regular estos fondos de gran capacidad de apalancamiento. El inversor avispado considera que nadie se atreverá a destronar a los reyes de los mercados y decide confiarles su dinero. Por eso el inversor final ya no existe al haber trasladado sus posiciones a éstos.

Saben los protagonistas del momento que las valoraciones de los mercados son el talón de Aquiles. Por eso confunden desde hace unos días con los multiplicadores. Sus ventiladores airean cifras de PER en el S&P 500 de 18 veces, cuando los criterios contables ortodoxos los sitúan en las 40 veces. Si la propaganda de los hedge funds triunfa, el dinero seguirá confiando en estos gestores y la Bolsa tendrá fluido suficiente. El desorden en los multiplicadores está de moda, un mal apunte para los mercados.

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