Renacuajos en las botellas
Juan Manuel Eguiagaray Ucelay compara la 'fuga' de los dos diputados socialistas en la Asamblea de Madrid con la falta de control de calidad en una empresa. El autor asegura que lo visto desprende un tufo reconocible
No se habla de otra cosa. Ni en Madrid ni en otros lugares ha sido posible sacar de la primera línea de la actualidad la conmoción derivada por los sucesos de la Asamblea. No es para menos: dos personas, por sí y ante sí, han decidido trastocar todo el panorama político derivado de las recientes elecciones autonómicas en nombre -según ellos- de los verdaderos intereses de la mayoría de los votantes del PSOE y del futuro de Rodríguez Zapatero como líder del PSOE. El espectáculo está servido, las noticias se suceden y aún no conocemos ni el desenlace ni sus consecuencias.
Si la cosa residiera meramente en el calentón de un par de visionarios, como ha sugerido su principal mentor político, estaríamos ante un hecho muy grave. Uno podría preguntarse, por ejemplo, qué clase de mecanismo de selección de candidatos practica el PSOE que hace factible que semejantes especímenes políticos figuren en su lista de diputados. Lamentablemente, las cosas pueden ir mucho más lejos que lo sugerido por el mero error en la selección de candidatos, especialmente si se confirmaran algunas de las interpretaciones más frecuentes en estos días.
En efecto, hay razones para temer que nos hallemos ante alguna de estas dos circunstancias, si no de ambas a la vez: o una historia (más bien cutre) de pretensiones y demandas personales o un asunto de intereses económicos a mayor escala con bastante dinero de por medio. Y aunque no lo sabemos todo, de lo ya visto se desprende un tufo reconocible, tan desagradable como inconfundible. Se diría que algo huele a podrido en Dinamarca, pero nada tiene que ver con el socialismo ni con la democracia ni con cualquier otra noble causa.
Es cierto que el responsable de imagen del PSOE no podría haber temido peor acontecimiento que el ocurrido en Madrid
Mientras esto escribo dice la prensa que el PP está considerando la conveniencia de unas nuevas elecciones, que le favorecerían, ante la evidencia del deterioro sufrido por el PSOE tras semejante escándalo. No creo que le falte razón en la apreciación del deterioro. Es cierto que el responsable de imagen del PSOE no podría haber temido peor acontecimiento que el ocurrido en la Asamblea de Madrid.
Algunas similitudes entre la política y el marketing quizás me permitan la licencia de una comparación. Hace ya bastantes años una conocida y prestigiada marca de agua de mesa se encontró con la noticia de que en una de su botellas había aparecido un renacuajo. Que había fallado el control de calidad era evidente y, por ello, no discutible. Pero los consumidores se preguntaban algo más que el origen inmediato del fallo. Por ejemplo: ¿qué singular sistema de control del embotellado permitía que, alguna vez, un renacuajo pudiera colarse en una botella? Las explicaciones no debieron ser muy convincentes porque durante años, la citada marca casi desapareció del firmamento comercial hasta conseguir el perdón o -lo que es lo mismo- el olvido de los consumidores.
No extrapolemos. Los intereses urbanísticos en la política no tienen el mismo efecto que los renacuajos en el agua de mesa. Por supuesto que no. En realidad, pueden ser mucho más graves. Esto ya se comprobó con harto sufrimiento y duraderos efectos en época no muy lejana. Que el señor Roldán no fuera del partido socialista no impidió que resultara muy difícil explicar qué hacía allí donde estaba, en el corazón mismo de la seguridad del Estado.
De modo que lo relevante ahora no es tanto saber por qué el señor Tamayo y su muda compañera se han comportado de modo tan impresentable, sino por qué ha sido posible que personas con tales comportamientos estuvieran en el lugar que no debían, en una lista de candidatos a diputados aprobada por la Federación Socialista Madrileña y el Comité Federal del PSOE.
La democracia es un sistema extraordinariamente imperfecto y delicado que sólo cuenta con una ventaja: la de ser superior a todos los sistemas alternativos de gobierno. Pero esa superioridad ha de preservarse cada día mediante el adecuado funcionamiento de sus instituciones fundamentales. Una de ellas son los partidos políticos, a cuyo funcionamiento democrático interno nadie parece prestar demasiada atención.
Puesto que en todos se cuecen habas, lo mejor que pueden hacer los ciudadanos -se apunta- es no creer demasiado en las proclamas de funcionamiento democrático que todos los partidos realizan. Del mismo modo que se insiste a quienes los dirigen -si quieren ganar elecciones- para que pongan especial empeño en evitar que los asuntos desagradables salgan a la luz. De ese modo, la incredulidad popular sobre la democracia interna de los partidos y el comportamiento publicitario de los dirigentes se aúnan para que los eslóganes sustituyan a la realidad. Claro que no de modo indefinido. Hay veces en que la realidad traspasa los estrechos límites impuestos por la escenificación social y se cuela, incontenible, por las rendijas de la radio, la televisión o los periódicos. Como en este caso singular.
Pero importa menos el motivo último que ha llevado a dos personas a adoptar un comportamiento políticamente indigno. Lo relevante es descubrir si el sistema permite que semejantes comportamientos se enquisten en el funcionamiento de un partido sin que los mecanismos democráticos internos sean capaces de desterrarlos. Cuando algunos hechos pueden destruir la mejor y más reputada de las trayectorias y arruinar la más bella de las campañas de imagen, vale la pena investigar por qué los renacuajos consiguen introducirse en las botellas de agua sin que el sistema se entere siquiera de su presencia. La primera sospecha lleva siempre a responsabilizar a la competencia de su artera introducción. Puede ocurrir. Yo soy más partidario de indagar en el control de calidad. A veces se descubre que, por razones desconocidas para la mayoría, los renacuajos gozaban de libertad de movimientos.
Me temo que -cuando esto se supere- va a ser imprescindible volver la atención a la calidad de la democracia en la vida partidaria. Por higiene y por garantía. Aunque no esté de moda.