Fútbol profesional, el cambio es posible
La crisis económica se ha instalado en el fútbol, al igual que se ha venido instalando en otros sectores de nuestra economía. Al margen de problemas intrínsecos en la organización patronal de los clubes de fútbol, parece una situación que responde a la coyuntura económica actual.
Y hablar de un sector en crisis, como ya ha puesto de manifiesto la Liga de Fútbol Profesional (LFP), significa hablar de flexibilizar las estructuras jurídicas, legales y convencionales que hoy regulan el fútbol. Y, como asimismo ha manifestado la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), hablar de un sector en crisis también significa respetar los compromisos adquiridos con aquellos que mantienen vivo el espectáculo desde el césped.
Las soluciones que se manejan no dejan de tener complejidad, no sólo jurídica, sino también, y sobre todo, social. Por ello, cualquier solución debe tener origen en los agentes implicados: Liga, jugadores y, valorada debidamente, parece oportuno que tenga una respuesta positiva por parte de la Administración.
Si nos centramos en aspectos laborales, las referencias al 'techo salarial no son las más afortunadas atendiendo a la estructura actual de la LFP. El origen y desarrollo del salary cap en las grandes ligas profesionales americanas tiene una configuración deportiva, económica y jurídica que en nada es parecida a la liga de fútbol española y que dificulta su traslación a ésta. Las ligas americanas, desde el punto de vista deportivo, son de carácter cerrado: no hay ascensos ni descensos; desde el punto de vista económico, cada una es la titular de la gran mayoría de los derechos económicos que generan y, además, se desarrollan en el marco de una legislación que no contempla normas anticompetencia.
En este orden, soluciones adecuadas pasan porque en el ámbito de negociación oportuno -convenio colectivo, acuerdos a nivel de club o contratos de trabajo entre clubes y jugadores- se adopten medidas de contención del coste salarial, de reestructuración del sistema de retribución y de garantía a los jugadores de las retribuciones e indemnizaciones que se pacten.
Buscar soluciones autónomas vinculadas a la extinción de los contratos de trabajo de futbolistas, al margen de las que se puedan pactar entre las partes en los propios contratos de trabajo, parece complejo. Exigiría un cambio legislativo en una materia muy sensible en el ámbito de cualquier relación laboral, que habría que motivar debidamente en la existencia de un interés social o sectorial.
Si nos referimos a cuestiones de naturaleza fiscal entramos en el ámbito de la voluntad del legislador y en un tema socialmente complejo: generar un marco jurídico tributario especial para una actividad económica que mueve cifras exorbitantes en periodos de corta generación.
No por complejo es menos necesario. No sólo el fútbol, sino todo el deporte profesional siente la necesidad de un nuevo marco tributario: tratar igual a aquellos que son esencialmente distintos en la generación de sus rentas invita a reflexionar sobre un cambio. Además no es cuestión de tributar menos, se trata de encontrar la fórmula para tributar distinto con el objetivo de que el nuevo sistema a desarrollar beneficie al deporte en general. En definitiva, establecer un nuevo marco jurídico-fiscal que ayude al desarrollo y la buena gestión del deporte profesional y que revierta también beneficios al deporte de base.
Aparece finalmente el conflicto de la propia LFP, que aunque aparentemente de naturaleza puramente económica (mejor o distinto reparto de los derechos televisi-vos), trae en el fondo alguna de las cuestiones jurídicas de mayor relevancia y complejidad. Primero, si existe obligación, o no, de negociar conjuntamente los derechos televisivos; y, segundo, si cabe la posibilidad de una nueva competición futbolística al margen de la vigente.
Resolver estas cuestiones trae al campo de juego no sólo a la normativa de ordenación del deporte sino también, y con carácter relevante, a las normas nacionales y comunitarias sobre libre competencia, lo que anuncia, sin dudas, que las partes en conflicto no pueden invocar frente a la otra una posición jurídica relevante o un derecho incontestable.
En este marco legal, y con posiciones jurídicas que no avalaran el triunfo claro, nada aconseja la vía litigiosa, por lo que la situación, tanto en la práctica, como jurídicamente hablando, invita al consenso o, a lo más, a la vía arbitral.
El fútbol, profesional o no, forma parte intrínseca del acervo cultural de nuestro país, y ha devenido en ser una actividad económica relevante que hoy necesita una remodelación y flexibilización de sus estructuras. Las soluciones no por complejas dejan de ser posibles, ya que radican, sustancialmente, en jugadores y clubes, y de su entendimiento dependen.
Desde aquí se podrá invitar a la Administración para que impulse las necesarias medidas o cambios legislativos, que, siendo en pro del fútbol puedan y deban ser, a su vez, socialmente provechosos para otros deportes profesionales y el deporte amateur.