El ciclo trágico aún no se ha cerrado
El martes escuchaba a uno de los gurús favoritos de la Bolsa española disertar sobre el ciclo trágico, así lo define él, que viven las Bolsas desde el estallido de la burbuja tecnológica en marzo de 2000. Considera el prócer que desde entonces las Bolsas han tenido que convivir con la desconfianza en el sistema que han provocado los escándalos contables y los líos amorosos entre analistas, bancos de inversión, empresas e, incluso, regulador junto con el miedo a un crash por las altas valoraciones. El desplome ha sido por entregas, aunque en algunos momentos los hundimientos han sido parecidos a los del Titanic.
En la parte final de su discurso, el gurú da por terminado el ciclo nefasto correspondiente a las instituciones y alerta sobre las altas valoraciones, que, a su modo de entender este asunto, aún deben corregir las Bolsas.
Gran parte de los oyentes del discurso negó la primera y validó la segunda, es decir, se mantiene intacto el sentimiento de que las valoraciones siguen siendo muy altas pese a los esfuerzos de los vendedores de biblias por resaltar que los resultados son mejores de lo esperado por el consenso del mercado.
Especialmente interesante es, asimismo, la contestación de gran parte de los participantes en el mercado al experto de lujo al negarle el cierre del ciclo en lo que respecta a los analistas. Dicho de otro modo, nadie se cree que con las multas satisfechas y aireadas en las primeras páginas de los medios los bancos de inversión se hayan arrepentido de sus pecados.
Es muy fácil mantenerse incrédulo, porque un recorrido rápido por el nuevo auge de las recomendaciones, fijaciones de precios objetivo y análisis sectoriales o empresariales manifiesta que todo sigue igual. La banca de inversión no ha tenido la molestia de despeinarse un poco para sacralizar el asunto. Ha pagado, y borrón y cuenta nueva. Todo sigue como antes.