El precio de la patata cae de nuevo por debajo del coste de producción
La tortuosa vida del tubérculo vuelve a experimentar estos días el 'ciclo infernal' que bien conocen los agricultores, la industria y la distribución, con precios en origen por debajo de los costes de producción y muy inferiores a los que se registran en destino.
El comisario europeo de Agricultura, Franz Fischler, ha rechazado la propuesta de diseñar un mercado controlado de la patata para evitar las oscilaciones de precios que sufre este producto. Fischler asegura que no ha lugar a una organización común del mercado (OCM) de la patata cuando tan cerca está la reforma de la política agraria de la UE; y arguye que ya presentó una propuesta en 1991 que los Estados miembros no fueron capaces de consensuar. Las asociaciones agrarias españolas tienen motivos para sentirse defraudadas porque consideran que la regulación administrativa es la única vía para establecer un colchón de precios que evite una caída de éstos. El coste medio para la producción del tubérculo es de 0,10 euros el kilo, mientras que los últimos precios percibidos por los agricultores no superan 0,08 euros. Tal desajuste ha supuesto pérdidas en los últimos meses de entre 16 y 20 millones de euros, según Asaja y Coag. Y sin embargo, apenas ha afectado a la distribución comercial.
La desestructuración del sector provoca que cuando el cultivo sufre la más mínima contingencia, por ejemplo climática, la oferta se distorsione. Si la producción de la patata temprana se solapa con la tardía el mercado se satura. Unas 500.000 toneladas importadas de Francia u Holanda hacen el resto y los precios se desploman.
Los agricultores venden mal sus cosechas. Pueden no recolectarlas porque no les sea rentable o almacenarlas en condiciones poco óptimas, por lo que la amenaza de la podredumbre se cernerá sobre sus rentas. Pueden, asimismo, sembrar variedades poco aceptadas por el mercado y así se encuentran con un problema añadido a la hora de vender el producto. Cuando esto sucede, el campo protagoniza una desbandada general y la cosecha siguiente es, indefectiblemente, escasa y por tanto, cotizada.
Tal hecho vuelve a animar no sólo a agricultores, sino a paracaidistas -industriales ajenos al sector, incluso sin tierra-, que terminan alquilándolas para sembrar patatas cuando el horizonte pinta despejado y el 'ciclo infernal' se inicia nuevamente.
El último ejercicio ha sido muy malo. Un 60% de la cosecha fue vendida por debajo del coste de producción y cerca de un 20% ni siquiera fue recolectada.
El Ministerio de Agricultura ha elaborado de forma experimental un seguro de rentas para evitar que los precios caigan por debajo de los costes, pero las organizaciones agrarias sostienen que no es suficiente para garantizar rentas dignas.