La crisis lleva al sector electrónico y de 'telecos' a tasas de crecimiento de 1992
Las magnitudes económicas del sector de la electrónica y las telecomunicaciones hechas públicas ayer por la patronal dan cuenta de los efectos de una crisis que ya dura desde 2000. El ritmo de crecimiento de un mercado que incluye desde empresas de telecomunicaciones, informática o fabricantes de equipos a compañías que producen contenidos ha bajado a tasas desconocidas desde 1992. El 2,5% de subida de las ventas agregadas en 2002 contrasta con una revalorización media histórica desde 1970 del 15%.
En total, este mercado movió 71.153 millones de euros el año pasado y su gran impulsor siguen siendo los servicios de telecomunicaciones. Entre ellos, el móvil brilla con luz propia y permite a este subsector crecer un 13%, hasta 29.926 millones de euros. En el lado contrario está la industria de equipos y componentes electrónicos. El drástico recorte de la inversión por parte de las operadoras y empresas de servicios finales ha cercenado la evolución de las compañías suministradoras. La caída es del 15% y constituye otro registro histórico.
Estas cifras han tenido su reflejo en el empleo, que por primera vez en mucho tiempo desciende, un 5%.
Para salir de esta espiral de crisis, tal y como se logró en 1993, Aniel apela a la responsabilidad del Gobierno y exige que adopte cuanto antes medidas de choque. El presidente de la patronal, Jesús Banegas, hizo especial hincapié en los efectos que ha tenido para España esta crisis, centrada mayoritariamente en la inversión, sobre todo porque se parte de niveles mucho más bajos en materia de equipamientos y desarrollo de la sociedad de la información de los que son comunes en Europa.
Puesto que las empresas del sector no están en condiciones de asumir la recuperación, tendrá que ser el Ejecutivo quien lo haga, según Banegas. Y lo primero que debe hacer es cambiar el modelo de regulación y dejar de 'intervenir los precios de la telefonía'. Esta actitud, 'impide ajustar las tarifas a los costes y condiciona las decisiones de los agentes del mercado'. Banegas considera que después del proceso de liberalización ha llegado la hora de dejar que sea el mercado el que funcione y limitar las intervenciones del Gobierno a la garantía de la libre competencia y las sanciones.
En esta misma línea se encamina la segunda petición: un marco regulatorio estable y predecible. La siguiente exigencia de Aniel pone en juego los recursos del Estado, que deberían destinarse a financiar el servicio universal, siempre que se quiera alcanzar un índice de penetración de la telefonía similar al de los países europeos desde la brecha actual.
También afectan al bolsillo del Gobierno otras reivindicaciones, como la rebaja de la presión fiscal -'que es desproporcionada para la actual situación de crisis'-, los incentivos para las nuevas empresas, el fomento de la inversión extranjera o la correcta aplicación de la legislación fiscal de I+D. Otras, sin embargo, son neutras y pasan por defender la tecnología española frente a otras opciones.
Finalmente, dos segmentos concretos necesitan medidas específicas. Aniel considera imprescindible que se apruebe cuanto antes una ley audiovisual que pone remedio a la situación de la televisión digital. Y para la telefonía móvil, la reclamación es para los ya tradicionales problemas para la instalación de antenas.