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Columna
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El sonido de las armas

La editorial Destino anuncia para este mes un libro de Rafael Sánchez Ferlosio con el título de Non olet. Esa expresión es precisamente la que se atribuye al emperador Vespasiano (7 a 79 d. C.) como respuesta a su hijo Tito Flavio cuando éste le recriminaba el cobro de impuestos por el uso de los urinarios públicos en Roma. Parece que el emperador tomando en sus manos una moneda de las recaudadas por ese concepto, la acercó a su nariz y proclamó en alta voz que no olía. Desde entonces sigue vigente el principio de que el dinero cualquiera que sea su pestilente procedencia carece de olor y entra en circulación sin producir repugnancia olfativa alguna.

Pero hay otros descubrimientos más recientes, por ejemplo sobre las armas de fuego, que ha recordado el lunes pasado de forma muy solemne Jeb Bush durante el acto de despedida del actor Charlton Heston como presidente de la Asociación Nacional del Rifle (NRA), en la ciudad de Orlando. En su crónica para El País contaba Rosa Townsed cómo, sujetando un rifle Flintlock que le acababa de obsequiar la directiva de tan benemérita asociación, Jeb Bush había arengado a los más de 4.000 afiliados congregados junto a la sede de Disneylandia para decirles que 'el sonido de las armas es el sonido de la libertad'. Adviértase, pues, el fuerte e inesperado contraste en las percepciones sensitivas. Porque mientras de algo tan tangible y material como el dinero, desde hace casi 2000 años, cuando Vespasiano, se ha confirmado que non olet, que no huele, ahora, merced a Jeb, gobernador del Estado de la Florida, quedamos ilustrados sobre la desconocida naturaleza acústica de un concepto tan abstracto e inaprensible como la libertad, a la que le adjudica el mismo sonido característico de las armas de fuego, de donde cabe también deducir que estará impregnada del mismo aroma excitante de la pólvora quemada.

Pero Jeb Bush, invitado de honor en la Puerta del Sol hace pocas semanas por su colega Alberto Ruiz-Gallardón, comparecía el lunes ante los del rifle, los de la ARN, por algo más que esos sobrevenidos deberes protocolarios derivados del cargo. Jeb estaba agradeciendo, como buen nacido, la ayuda del lobby de las armas a la familia Bush, asunto que en absoluto era un secreto en EE UU. Lo iba a hacer con toda nobleza, la misma que le había llevado a saludar a Aznar como presidente de la república de España y a garantizar pingües negocios a las empresas de nuestro país en justa compensación por haber elegido el buen camino y haber copatrocinado las hazañas bélicas de his brother George. El gobernador de Florida había llegado a aquel salón de convenciones, abarrotado de miembros de la NRA, donde le habían recibido con un ensordecedor aplauso y fue entonces cuando confesó que era justo decir 'si no hubiera sido por su apoyo activo el de la NRA mi hermano no sería hoy presidente'. En realidad, Jeb incurre en una actitud de excesiva modestia porque minusvalora su propia contribución al promover un escrutinio fraudulento de los votos, en verdad inolvidable por sus peculiaridades, que resultó decisivo para el acceso de George a la presidencia.

En su discurso Jeb destacó que el 48% de los votantes poseen armas. Además hay pruebas abundantes de que las usan. Algunas de esas pruebas las exhibían quienes protestaban fuera del citado salón de convenciones, como el grupo Marcha de un Millón de Madres contra las Armas, portando una enorme pancarta con las huellas simbólicas de los cientos de niños que anualmente mueren por disparos de armas de fuego incluso en las escuelas. Es imprescindible ver el extraordinario documental Bowling for Colombine de Michael Moore, premiado con un Oscar, donde se da cuenta asombrosa de esta barbarie continuada del sonido de las armas, que Jeb Bush tiene identificado con el sonido de la libertad, del rastro de sangre inocente que deja esta agradable acústica y de hasta dónde puede llegar el fanatismo de la NRA.

Para más información consúltese el libro de la profesora Roser Martínez Quirante publicado por Editorial Ariel en su colección de Derecho. En sus paginas puede conocerse cómo la Corte Suprema de EE UU declaró inconstitucional la ley auspiciada por el presidente Clinton, la Gun Free School Zones Act, que establecía un perímetro de 300 metros alrededor de las escuelas al que se prohibía acceder o dentro del cual se prohibía circular portando armas, así como la disposición de la Ley Brady, donde se fijaba la obligación de indagar los antecedentes de los compradores de armas. Siempre están los propagandistas al uso ponderando la ventaja que lleva EE UU a Europa. Véase que también en esta materia. En Europa el promedio es de 125 presos por 100.000 habitantes, en EE UU de 500. En España tres presos de cada 100.000 habitantes lo son por homicidio o asesinato, en EE UU son 50, es decir casi diecisiete veces más. ¿Reduciremos esa diferencia?

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