La debilidad de la industria pone en duda la recuperación de EE UU
El pesimismo era el escenario de fondo en el que se manifestaban ayer todos los analistas y la propia Bolsa tras conocer los malos datos sobre la evolución de la economía.
Los demandantes de beneficios del paro la semana pasada llegaban a 448.000, algo menos que los 461.000 de la semana anterior pero por encima de la crítica cifra de 400.000, que apunta que aún se sigue destruyendo empleo. La tasa de paro de abril se dará a conocer hoy y las primeras previsiones pasan porque se llegue al 5,9% de desempleo, una décima más que en marzo, lo que implica que en abril se han destruido 60.000 empleos más. Además, ayer se supo que la productividad en el primer trimestre creció a un ritmo anual del 1,6%, por debajo del 2% esperado.
Este volátil dato de solicitudes de subsidios por los desempleados coincide además con la publicación del índice de producción industrial elaborado por el Instituto de Gestión de la Oferta (ISM en sus siglas en inglés), que refuerza la idea de que este sector profundiza su contracción. En abril el índice quedó en 45,4 puntos, frente a los 46,2 del mes anterior, lo que supone la mayor contracción desde octubre de 2001.
El dato no es bueno porque está por debajo de las previsiones que esperaban una lectura de 47,2 puntos, pero también porque cualquier lectura por debajo de 50 puntos refleja una desaceleración. Más allá, es decir, por debajo de 45 puntos, 'se está en recesión o se estará', según Mary Dennis, de Merrill Lynch.
Menor crecimiento
Oficialmente, la recesión que comenzó en febrero de 2001 aún no ha acabado según el organismo que así lo dictamina, el NBER (la oficina nacional de investigación económica), aunque la mayoría de los economistas y analistas la han dado ya por acabada.
Pat Devine, especialista de Wachovia, decía ayer que estaba 'muy decepcionado por las cifras'. 'Realmente no esperábamos un crecimiento del PIB mayor del 2% en este trimestre, pero el índice ISM de hoy nos sugiere que incluso este porcentaje es difícil de conseguir'. Para Devine se confirma que hay otros argumentos, además del de la incertidumbre de la guerra, que tienen un impacto negativo en el crecimiento.
Los más optimistas han querido señalar, sin embargo, que este índice puede haber tocado fondo porque la industria tarda más en recuperarse de la incertidumbre que los servicios. La esperanza es que el fuerte aumento de la confianza registrado esta semana ayude a aumentar la demanda y finalmente active la industria. Además, y tal como predijo el miércoles el presidente de la Reserva, la industria podrá aprovechar la rebaja de los costes de la energía para ampliar márgenes y finalmente terminar ampliando su hasta ahora anémica política de contratación.
Los datos conocidos ayer son algunos de los que más prioridad concede la Reserva Federal a la hora de decidir el precio del dinero. El miércoles Greenspan dijo que había margen para seguir bajando tipos y los analistas esperan que así lo haga, aunque no en la cita que el comité abierto del banco central tendrá el próximo día 6.
Rebajas de tipos
Ayer, el departamento de economía de Merrill Lynch hacía público un informe en el que preveía que 'la Reserva rebaje dos veces el precio del dinero en otoño, dejando el interés al 0,75% desde el actual 1,25%'.
Las noticias de la economía hicieron caer un poco más al dólar, en favor del euro, hasta situar a la divisa europea en un nuevo máximo desde febrero de 1999. De hecho, nada más hacerse públicos los datos relativos a la industria el dólar cayó hasta las 1,129 unidades por euro, aunque luego recuperó algo del terreno perdido. El dato del paro de EE UU que se hará público hoy puede acelerar esta tendencia, según los analistas.
Mientras tanto, la Casa Blanca y el Congreso siguen discutiendo el recorte fiscal que según el presidente, George Bush, va a permitir a la economía crear empleos y aumentar el crecimiento. Con el Senado opuesto a recortes mayores de 350.000 millones y la Cámara de Representantes apoyando una rebaja de 550.000 (ya aceptada por Bush, que quería 726.000 millones), el secretario del Tesoro, John Snow, dijo ayer que se podría aceptar un gravamen de dividendos en los mismos términos que los ingresos de capital. Todo apunta que la Casa Blanca está dispuesta a olvidar este punto central del plan.