'Si el informe no es positivo, cállate'
No todo se arregla con dinero. Las multas impuestas a las principales firmas de Wall Street ni han tapado las vergüenzas de la industria ni los tejemanejes que se cocían en los despachos de algunos bancos de inversión.
Cuando un analista de Credit Suisse First Boston (CSFB) recortó su recomendación sobre un valor tecnológico cliente del banco, recibió después un correo electrónico de un banquero del grupo en el que se leía: 'Regla no escrita número uno: si no vas decir algo positivo en el informe, no digas nada en absoluto'.
En otra ocasión, el mismo analista de CSFB, tras ser informado de que el presidente de una compañía sobre la que había hecho un comentario negativo había señalado que no tenía la intención de volver a hacer nunca más negocios con la entidad, recibió un nuevo mensaje del banquero de inversión en el que se le informaba de la 'regla no escrita número dos: ¿por qué no te limitas a seguir la corriente de otros analistas en lugar de ir en contra?'.
La fiscalía de Nueva York y la SEC (regulador de los mercados en Estados Unidos) han colgado en Internet los documentos procedentes de las investigaciones a las firmas de Wall Street que, presuntamente, presentaban análisis engañosos. El caso de CSFB es sólo un ejemplo de cómo los equipos de banca de inversión presionaban a los analistas para alimentar el negocio de sus clientes, y de cómo esta presión mermaba la objetividad y presunta independencia de los informes.
Las miles de páginas presentadas el lunes por el fiscal de Nueva York, Eliot Spitzer, y por la SEC, en las que se encuentran las evidencias de fraude por las que estas firmas han sido sancionadas, contienen cartas, correos electrónicos y documentos que sonrojarán a más de un profesional de la banca de inversión y levantarán las iras de los que se sientan estafados.
Las investigaciones han durado dos años, pero han dado lugar a multas de 1.270 millones de euros. Las pruebas no demuestran por sí solas el fraude, aunque sí constituyen elementos incriminatorios sin los cuales no hubiera sido posible imponer las sanciones.
Aunque las entidades implicadas hayan cerrado un acuerdo extrajudicial, hasta el momento ninguna de ellas ha admitido ni negado ningún tipo de comportamiento fraudulento. No obstante, el número de pruebas acumuladas y la cantidad de firmas implicadas demuestra que las malas prácticas estaban generalizadas. Las evidencias configuran, además, un amplio abanico de pruebas que pueden ser utilizadas en demandas de personas particulares, y con ese ánimo han sido expuestas en Internet.
La naturaleza del negocio
Otros ejemplos son el retrato de hasta qué punto las recomendaciones carecían de sentido y cómo las entidades otorgaban a sus clientes las mejores notas. Así, un analista de tecnología de Lehman aclaraba a un inversor las razones por las que una compañía estaba tan bien valorada: 'Las recomendaciones y los precios objetivo no tienen mucho sentido... aunque el pequeño inversor que no se entere de estos matices puede que llevarse a engaño, ésta es la naturaleza de mi negocio'.
Las pruebas presentadas también muestran cómo a algunos analistas les importaba poco que una compañía estuviera al borde del colapso, siempre y cuando fuera cliente de la firma. En este sentido, y según los documentos hechos públicos, puede verse cómo un analista de UBS Warburg explicaba por qué aconsejaba mantener las acciones de una teleco que estaba al borde de la quiebra: 'Nunca otorgaría una recomendación de mantener sobre un valor a menos que se diera una de estas condiciones: que la empresa estuviera a un paso de la suspensión de pagos o que no tuviéramos negocios de banca de inversión con ella'.
El analista respondía así a un directivo del equipo de compraventa de valores del mismo banco que se quejó del sesgo extremadamente positivo de dicho informe: 'El equipo está muy disgustado con el análisis, los precios objetivos, la recomendación... Creen que has sido poco serio, que no eres consciente de la responsabilidad que suponen tus recomendaciones y que has hecho perder millones a mucha gente', le escribe el directivo en un correo.
También aparecen ejemplos de afamados analistas cuyas tareas trascendían el escrutinio objetivo de las compañías y se dedicaban a buscar clientes para ofrecer operaciones de salidas a Bolsa o fusiones. Así, el director de análisis de Morgan Stanley señalaba, en una nota interna hecha pública ayer por la SEC, que una analista del banco 'era un animal comercial'. Se refería a Mary Meeker, uno de los expertos estrella de Wall Street que ensalzaron las puntocom. Meeker, al contrario que Henry Blodget, de Merrill, o Jack Grubman, de Citigroup, se ha salvado de las multas impuestas por la SEC y la fiscalía.
Sentimiento agridulce entre inversores
Agridulce es el sentimiento que queda entre los inversores y los que más han criticado los excesos de la burbuja. El acuerdo presentado ayer entre los reguladores de Bolsa, el fiscal Eliot Spitzer y la banca de Wall Street ha dejado más satisfechos a los que han puesto su firma al final del documento que a los inversores. Algunos de los que más reformas han pedido para la rehabilitación de la confianza consideran que el acuerdo se queda corto, no solo porque los 1.270 millones de euros de multa son una muy pequeña fracción de los beneficios en aquella época, sino porque, además, solo dos personas pagan las culpas, los analistas Jack Grubman y Henry Blodget. Algunos periodistas especializados en Wall Street señalaban ayer que ambos han sido 'cabezas de turco', informa Ana B. Nieto. Scott Cleland, presidente de Precursor Group, que agrupa a firmas de análisis, dijo a The New York Times que ni se va al fondo del problema ni se regula el comportamiento y ética del negocio.Consciente de que este podría ser el sentimiento, Spitzer no dejó el lunes de repetir que éste 'es sólo el principio' y que hay mas investigaciones en marcha.