Otra defensa de la competencia
La política europea de competencia pasa hoy una de las páginas de su historia. El comisario europeo de Competencia, Mario Monti, anunciará la disolución de la poderosa unidad de fusiones (conocida como Merger Task Force, MTF) que desde 1990 ha ejercido la labor de preparar el veredicto administrativo de la Unión sobre las uniones empresariales más importantes del planeta.
La unidad lucía un historial intachable hasta que el año pasado el Tribunal de Primera Instancia de la UE anuló tres de sus vetos contra otras tantas fusiones (Airtours-First Choice, Schneider-Legrand y Tetra Laval-Sidel) . El duro lenguaje de las sentencias, que acusó a la Comisión Europea de errores flagrantes en la investigación, abrió la espita para una reforma de la política de competencia cuyo alcance está por determinar.
De entrada, Monti propuso ampliar en casi dos meses el plazo de revisión de las fusiones más importantes (ahora fijado en poco más de cuatro meses y medio) para dar tiempo a un análisis más detallado de los expedientes. Ahora, Monti sacrifica también el selecto grupo de funcionarios que pasaba por ser la joya de su departamento. La drástica medida probablemente ayude a purgar la política de competencia de la UE de elementos doctrinarios en su aplicación. Y la participación de especialistas sectoriales en el veredicto sobre una fusión podrá resaltar los aspectos positivos de operaciones que, en apariencia y a corto plazo, pueden restringir la competencia en un determinado mercado.
Pero la reforma de Monti no debe olvidar que la reputación y eficacia de la MTF ha permitido a Europa contar con una autoridad de competencia acatada en todo el mundo y, en concreto, en EE UU. La hagiografía reclama incluso que la mayoría de los empresarios estadounidenses sólo aprendieron a situar Bruselas en el mapa cuando la Comisión objetó inicialmente la fusión de Boeing y McDonnell. Operaciones del calibre de las planteadas por GE y Honeywell, Sprint y MCI Worldcom o Volvo y Scania sucumbieron ante el poderoso equipo de poco más de 80 funcionarios. Gigantes como Exxon/Mobil o Totalfina Elf sólo recibieron el visto bueno tras ofrecer importantes concesiones que impidiesen el nacimiento de compañías con dominio excesivo sobre los respectivos mercados. El Tribunal de la UE ha confirmado muchas de estas decisiones.
La desaparición de la MTF, sin embargo, no debe ir en detrimento de la credibilidad de la autoridad europea de competencia. En todo caso, el resto del departamento debería acostumbrarse a trabajar con la misma eficacia y rapidez que la unidad de fusiones, para que la investigación y erradicación de carteles empresariales sea realidad de una vez por todas en Europa. Monti reconoce que en ese terreno sólo se ha descubierto la punta del iceberg de lo que él mismo califica como una de las peores lacras de la economía europea. Cabe confiar en que pasar esta página en su departamento le permita a Monti sacar a la luz el resto del iceberg sin acabar con el control efectivo sobre las fusiones.