La proyección demográfica del odio
Las llamadas de los imanes a la lucha contra 'Estados Unidos, el Reino Unido, los sionistas y el resto de sus aliados, incluida España', son el primer aviso del fracaso de quienes han defendido la opción guerrera como método para conseguir un mundo más seguro. Un repaso a la demografía, presente y futura, de la zona muestra la importancia de unas poblaciones musulmanas que, con la humillación de su derrota y de sus víctimas, pueden apoyar al fundamentalismo islámico y multiplicar los actos terroristas con que se dice querer acabar.
En el libro Demographic Indicators of Countries, que publicó Naciones Unidas en 1982, se facilitaban series desde 1950 y proyecciones de población hasta el año 2000 que, en general, han alcanzado bastante precisión a la vista de las verdaderas cifras de población contada al final del siglo pasado.
La población de Irak, que en 1950 era de 5,2 millones, ha aumentado un 357% hasta llegar a los 23,6 millones actuales y sólo en los últimos 20 años ha aumentado un 81%, a pesar de que su mortalidad infantil es 20 veces superior a la de los países desarrollados (103 menores de un año fallecidos por cada 1.000 nacidos con vida).
Otros países, también en el punto de mira estadounidense, como Siria e Irán, han aumentado su población en la segunda mitad del pasado siglo un 392% y un 288%, respectivamente, y desde 1980, han aumentado un 92% y un 72%, alcanzando actualmente Siria 17,2 millones e Irán 65,6 millones de habitantes.
Para disponer de una idea de lo que suponen estos extraordinarios crecimientos de población, basta señalar que Estados Unidos ha aumentado su cifra de habitantes un 88% y un 29% en los últimos 50 y 20 años, respectivamente, y que la del Reino Unido ha crecido un 19% y un 8% en ambos periodos.
Pero cuanto ha ocurrido hasta ahora en materia demográfica es sólo el preludio de lo que está por ocurrir, sobre todo porque los países islámicos, aparte de sus motivos religiosos, tienen escasas razones para disciplinar su demografía.
De este modo, y según los cálculos del Informe sobre la población mundial 2001 de Naciones Unidas, Irak va a tener 53,6 millones de personas en 2050, con un crecimiento del 127%; Siria llegará a 26,5 millones, con un aumento del 118%, e Irán alcanzará los 121 millones, con una variación del 70%.
Y, mientras tanto, en los 50 años que estamos tomando como referencia, el Reino Unido, al igual que el conjunto europeo, verá disminuir su población y Estados Unidos crecerá el 39%, gracias a la alta natalidad de una población hispana que es 6 y 2,7 veces superior a las natalidades de la población blanca y de la negra, respectivamente.
Por poner otro ejemplo de las repercusiones que puede tener la fecundidad diferencial en la zona en conflicto, según ese mismo informe, el territorio palestino ocupado, que cuenta con 3,3 millones de personas, crecerá un 258% para situarse en 11,8 millones en 2050, mientras que Israel, que tiene en la actualidad 6,2 millones de personas, aumentará un 63% y tendrá en esa fecha 10,1 millones, menos población que los territorios que ahora ocupa.
Pero esta expansión demográfica prevista para los países árabes no sólo se traduce en grandes masas de población, sino en una estructura mucho más joven que la de los países occidentales. En la actualidad, por ejemplo, el 47% de la población de Irak es menor de 15 años mientras que en Estados Unidos y el Reino Unido el peso relativo de ese grupo de edad es del 21% y el 19%, respectivamente.
Se dice que las proyecciones demográficas son vaticinios destinados a no cumplirse, pero esto es siempre que se tomen medidas adecuadas para corregir tendencias que no se deseen. A la vista de cómo va el mundo, no parece que haya mucha voluntad para, por ejemplo, apoyar el desarrollo de los países pobres, integrar a las mujeres y fomentar la educación, factores que se sabe reducen drásticamente la fecundidad.
Quienes, en lugar de decidir este tipo de acciones solidarias, optan por soluciones bélicas no pueden ignorar las consecuencias de proyectar odio sobre poblaciones que se multiplican como si, en realidad, supieran que la demografía es el arma más poderosa con que cuentan.