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Guerra en Irak

La victoria sale cara

El desarrollo del conflicto marcará el coste de la contienda. De su duración e intensidad depende que las economías entren en recesión

La riada de noticias y rumores procedentes del frente de batalla ha convertido los mercados en terreno abonado para especuladores e inversores cortoplacistas. Cualquier información sobre el avance de la tropas aliadas provoca inmediatamente una reacción en las plazas de todo el mundo, acorde con lo positiva o negativa que sea la noticia. Al fin y al cabo, lo que los inversores tratan de determinar es si la guerra será larga o corta y en qué medida dañará la longitud del conflicto al estado de la débil economía global. Pero más allá de la reacción puntual que puedan tener las Bolsas una vez que se perciba el final del conflicto, algunos analistas ponen de relieve el impacto que la guerra puede tener a largo plazo. Y ello depende, fundamentalmente, del coste de la guerra y de la evolución de los precios del petróleo.

De momento, los organismos económicos internacionales ya están descontando el impacto de la guerra sobre las economías. Según afirmaba esta semana el economista jefe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el crecimiento en Europa de 2003 será la mitad del 1,8% con que se especulaba en noviembre. El Banco Mundial, en un informe previo al comienzo de la guerra, contaba con un repunte de la economía mundial del 2,3% este año, pero condicionaba medio punto de ese crecimiento al inicio o no del ataque.

El impacto que la guerra en Irak pueda tener sobre la débil salud de las economías mundiales depende básicamente de la duración del conflicto y de su incidencia sobre dos factores. El primero de ellos es el precio del barril de petróleo, cuya evolución dependerá en mayor medida de la destrucción de pozos petrolíferos iraquíes y de una dudosa contracción de la oferta por parte de la OPEP. El segundo es lo que costará la guerra a Estados Unidos y cómo afectará ese gasto a una economía ya de por sí llena de desequilibrios, tanto en términos de déficit público como por cuenta corriente.

'Asumiendo que los precios del petróleo se mantienen estables y que la victoria es rápida, es poco probable que se repita la recesión de 1990-1991, y el impacto macroeconómico puede ser nulo e incluso favorable', explicaba William D. Nordhaus, profesor de Economía de la Universidad de Yale, en un informe sobre el coste de la guerra previo al inicio del conflicto. 'Si la guerra va mal, el futuro macroeconómico puede tornarse amargo. Los riesgos de caer en recesión son reales, particularmente dado que la economía estadounidense ha crecido muy despacio al cierre de 2002'. Las últimas noticias procedentes del frente parecen indicar que la guerra puede no ser tan larga como se vaticinaba la semana pasada, pero tampoco tan corta como se trató de vender antes de que las primeras bombas cayeran sobre Irak.

El informe de Nordhaus analiza la posible factura resultante de la guerra, y dibuja una horquilla en el coste para EE UU durante los 10 años siguientes a la guerra que oscila entre los 99.000 millones de dólares (91.377 millones de euros) y los 1,9 billones de dólares, tomando el escenario más benigno y el más complicado. 'Hay que tener en cuenta que el análisis está simplificado en exceso porque se construyen tan sólo dos escenarios, cuando la realidad presenta una apabullante lista de posibilidades', matiza Nordhaus. El peor de los casos que pinta el profesor de Yale sería el de una guerra y una ocupación de Irak largas, la destrucción de buena parte de la infraestructura petrolífera iraquí, resistencia militar y política a la ocupación estadounidense por parte del mundo islámico, así como otras reacciones psicológicas al conflicto. A ello hay que sumarle la reconstrucción de Irak y la ayuda humanitaria, cuyos costes serán mayores cuanto más larga sea la guerra y, por tanto, la destrucción producida. 'La parte alta de la horquilla sería de unos 1,9 billones dólares, muchos de los cuales quedarían fuera de los costes militares directos', continúa.

Récord de déficit presupuestario

Un informe reciente elaborado por la gestora británica Schroders da especial relevancia al impacto que puede tener el coste de la guerra para los Gobiernos. La semana pasada, George W. Bush pedía al Congreso 74.700 millones de dólares (unos 70.000 millones de euros) a cargo del presupuesto para hacer frente a los gastos de la guerra, la ayuda humanitaria y la seguridad nacional. Este monto adicional aumentará el déficit estatal estadounidense hasta una cifra récord que se estima en 400.000 millones de dólares. 'Los costes de la guerra de Irak pueden ascender de 155.000 millones a 745.000 millones de dólares', sostiene el informe de Schroders. 'Esta gran diferencia derivada de la longitud de la guerra marca el grado de incertidumbre. Pero cualquiera que sea el coste, será soportado por el mercado de bonos americano, ya que Bush no va a subir los impuestos con la debilidad económica actual y unas elecciones por ganar en 2004'.

Muchas casas de análisis reconocen que una guerra corta puede provocar reacciones de optimismo a corto plazo, pero recuerdan que la situación económica antes de comenzar el conflicto ya era delicada, y que la ofensiva está dañando aún más la coyuntura. 'Lo cierto es que el daño ya se está manifestando en los datos de confianza o en los indicadores adelantados, lo que hace pensar que al menos el primer semestre ya se ha perdido en términos de crecimiento', señala un informe del Servicio de Estudios de Caja Madrid. 'De hecho, lo extraño, a juzgar por los tres últimos choques de oferta (1973, 1979 y 1990), sería que la economía internacional en los próximos meses pudiera escapar de un importante debilitamiento o incluso recesión en los escenarios más negativos', añade.

Uno de los problemas de la incertidumbre bélica es que consumidores y empresas han congelado gastos e inversiones a la espera de que se clarifique el futuro. 'Si echamos la vista atrás a los mayores shocks geopolíticos desde la Segunda Guerra Mundial, comprobamos que habitualmente se han necesitado entre cinco y ocho meses para que la confianza del consumidor vuelva a los niveles previos a la crisis', sostienen los analistas de Credit Suisse First Boston. A lo que hay que añadir el hecho de que la caída de la confianza del consumidor, a niveles de 1997, tiene también mucho que ver con el fuerte recorte de empleos previo a la guerra.

El desarrollo del conflicto puede tener consecuencias todavía a más largo plazo. 'La incertidumbre geopolítica no desaparecerá con la marcha de Sadam', señalan en Schroders. 'La guerra contra el terrorismo continuará y EE UU ha dejado claro que seguirá persiguiendo al resto del eje del mal Irán y Corea del Norte'. El daño infligido a la ONU puede promover actuaciones unilaterales como la presente, al servir de coartada a otros países a la hora de actuar al margen del consenso internacional. En Schroders insisten en la idea de que cuanto más larga sea la guerra en Irak existe mayor riesgo de desarticulación geopolítica en instituciones como la Organización Mundial del Comercio, la OTAN y la Unión Europea y, por lo tanto, menos estabilidad para el comercio, las economías y la seguridad mundiales.

Las reservas conocidas de petróleo en Irak equivalen al 11% de las reservas mundiales, sólo superadas por las de Arabia Saudí, con el 25%. El mercado del crudo lo sabe y por ello ha sido tan acusada la volatilidad del precio del petróleo desde que comenzaran los ataques. Entre los máximos y los mínimos alcanzados este año, el barril de petróleo brent ha oscilado un 36%, entre los 32,58 y los 23,89 dólares.

Una de las mayores preocupaciones económicas en esta guerra es la destrucción de pozos petrolíferos, porque ello dañaría la oferta disponible, elevando los precios con fuerza y abocando a las economías a la recesión.

Por esa razón, toda noticia sobre la longitud de la guerra provoca vaivenes en el precio del crudo, y no sería de extrañar una acusada caída puntual en cuanto se decrete el alto el fuego. Otra cosa es que la OPEP, una vez finalizado el conflicto, permita que el precio del crudo se mantenga en cotas demasiado bajas.

Exceso de papel

La incertidumbre de los últimos meses, previa al inicio del ataque, ha provocado un enorme flujo de dinero desde las Bolsas hacia la deuda pública, cuya condición de refugio ha ido poco a poco agotándose.La fuerte demanda de títulos de renta fija estatal, sobre todo en Estados Unidos, ha impulsado el precio de los bonos. Los tipos de interés del bono a 10 años (que se mueven de manera inversa a los precios) se han llegado a situar en algún momento en sus niveles más bajos de los últimos 40 años.Paralelamente, el Gobierno estadounidense necesita financiar los costes de la guerra, con lo que se hará necesario realizar nuevas emisiones de títulos de deuda. La pregunta en boca de muchos es si la gran cantidad de papel nuevo que debe emitirse podrá ser absorbida por el mercado de bonos.Un repunte sostenido de los mercados, además, provocará una fuerte rotación de dinero desde este mercado hacia la Bolsa.Como el resto de los mercados, la cotización del dólar frente al euro baila al son que marcan las bombas sobre Bagdad, subiendo con las buenas noticias y cayendo con las malas.Pero la debilidad de la divisa estadounidense no ha venido con la guerra, sino con la debilidad económica y, más concretamente, con el déficit por cuenta corriente del país. Estados Unidos necesita la entrada diaria en su economía de 1.500 millones de dólares para evitar que su divisa se deprecie, pero la huida de los inversores extranjeros a otros mercados no ha provocado precisamente este efecto en los últimos meses. Los analistas reconocen que cualquier noticia que acerque el final de la guerra será buena para la divisa. Pero también tienen muy presente que el conflicto ha eclipsado la debilidad que ya arrastraba la economía. Los expertos, de hecho, sitúan el dólar entre los 1,10 y los 1,20 euros, hasta que la reactivación sea un hecho.Al ser un activo tangible, el oro suele ser el refugio de muchos inversores en épocas de guerra, cuando la incertidumbre es máxima. Desde que comenzara a tensionarse el mercado por la posibilidad de un ataque a Irak, el precio del oro ha experimentado una fuerte revalorización hasta unos niveles cercanos a los 380 dólares la onza, desconocidos al menos desde finales de 1996.

Repunte puntual

El corto plazo se ha adueñado de las Bolsas y en los últimos días los índices parecen hacer más caso de noticias y rumores del frente que de los datos económicos y de beneficios de las compañías.Los inversores, de hecho, reaccionan con optimismo con las buenas noticias sobre el avance de las tropas anglo-estadounidenses hacia Bagdad, pero salen del mercado cuando éstas vienen mal dadas.Muchas casas de análisis tienen la convicción de que el final de la guerra provocará un fuerte repunte de las Bolsas una vez que desaparezca la prima de riesgo que lastra en estos momentos los mercados.La cuestión es saber si ese repunte será sostenible o quedará en un simple movimiento técnico. La situación económica previa a la guerra ya era muy débil, así como las perspectivas de beneficio de las compañías cotizadas. A ello hay que sumar renovadas incertidumbres si, tras Irak, EE UU decide ir a por el siguiente en la lista del eje del mal.

Temor a los pozos ardiendo

Una de las mayores preocupaciones económicas en esta guerra es la destrucción de pozos petrolíferos, porque ello dañaría la oferta disponible, elevando los precios con fuerza y abocando a las economías a la recesión.Por esa razón, toda noticia sobre la longitud de la guerra provoca vaivenes en el precio del crudo, y no sería de extrañar una acusada caída puntual en cuanto se decrete el alto el fuego. Otra cosa es que la OPEP, una vez finalizado el conflicto, permita que el precio del crudo se mantenga en cotas demasiado bajas.El corto plazo se ha adueñado de las Bolsas y en los últimos días los índices parecen hacer más caso de noticias y rumores del frente que de los datos económicos y de beneficios de las compañías.Los inversores, de hecho, reaccionan con optimismo con las buenas noticias sobre el avance de las tropas anglo-estadounidenses hacia Bagdad, pero salen del mercado cuando éstas vienen mal dadas.

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