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La subida salarial en Brasil hace peligrar las metas fiscales

Ante el peligro de divorcio entre el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, y los sindicatos, el mandatario aprobó el lunes de madrugada una subida del salario mínimo del 20%. Con este incremento se ponen en peligro las metas de inflación y reducción del gasto público pactadas con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la ayuda económica prometida por el organismo multilateral. La otra cara de la moneda es que el dirigente se gana el apoyo de los trabajadores para las reformas que pretende llevar al Congreso.

El aumento entró en vigor ayer y supone para este año una subida mensual de 240 reales (66 euros). Las proyecciones oficiales señalan que el acuerdo alcanzado con los sindicatos supondrá para el Gobierno un gasto extraordinario de 3.600 millones de reales (unos 990 millones de euros). Sin embargo, Lula aún no tiene garantizada la paz social. El diario O Estado de São Paulo informó ayer de que los tres principales sindicatos de la siderurgia presentarán mañana a la Federación Industrial de São Paulo una propuesta para que los salarios de los trabajadores del metal se actualicen anualmente de acuerdo con la inflación.

Tensiones inflacionistas

Consciente de los cambios en la evolución económica, el Banco Central de Brasil ha rectificado a la baja sus previsiones para el país. En el primer informe de perspectivas de la autoridad central desde que Lula asumió en presidencia en enero, el banco eleva la proyección de inflación del 8,5% al 10,8%.

El estudio señala además que Brasil no crecerá este año un 2,8%, sino un 2,2%. 'Lamentablemente, este es el coste de combatir la inflación', explicó Ilan Goldfajn, director del instituto emisor.

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