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Tribuna
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El petróleo tras la guerra, victoria de Asia

Sarah A. Emerson sostiene que Estados Unidos y Reino Unido no serán los países que mejor aprovechen un reordenamiento del sistema petrolero iraquí. El conflicto, asegura, tiene ya un ganador, el gas natural

Los precios del petróleo disminuyeron, como se esperaba, al tenerse la certeza de que la guerra en Irak había comenzado. La caída fue una respuesta a las suposiciones -reprimidas- sobre un exceso en el suministro global de crudo, y a la convicción de que, durante el conflicto, el mercado solamente perdería la producción de Irak.

La recuperación parcial de la industria petrolera de Venezuela y el final del invierno en el hemisferio norte también han contribuido a la venta generalizada de petróleo.

Por otra parte, el descenso del precio del crudo fue precipitado por un incremento desproporcionado de la cotización. Como si se tratara de una goma elástica, la consiguiente caída del precio tenía que ser tan profunda y rápida como había sido su incremento.

El peso del crudo iraquí en el mercado mundial de petróleo se incrementará de forma significativa, pero no como para poner en peligro el poder de la OPEP

Ahora, con la cotización en el rango de los 25 a los 30 dólares, el precio del petróleo está a un nivel mucho más relacionado con los fundamentos de la oferta y la demanda del mercado. En todo caso, dejando de lado las incertidumbres a corto o largo plazo sobre el mercado del crudo, ¿qué pasará con el petróleo una vez que haya terminado el conflicto bélico en Irak?

Este conflicto llevará a un relajamiento de las sanciones sobre Irak. De lo que probablemente se aproveche la industria petrolera y la estructura reguladora del país, que dará la bienvenida a la inversión extranjera. Estos dos factores, combinados con los 150.000 millones de barriles de reserva que Irak mantiene, serán suficientes para sostener la producción iraquí hasta el final de la década, pero también para después.

Pero el recorrido que hay que hacer hasta ese punto es incierto. Después de una inicial reconstrucción y rehabilitación de la industria petrolera en el país, aparecerá un corto periodo de tiempo durante el cual la capacidad de producción de Irak alcanzará una altura ligeramente superior a su reciente nivel de 2,8 millones de barriles al día.

Después de esto, la producción iraquí podría, literalmente, doblarse en la década siguiente y durante ese proceso reconfigurarse el poder del petróleo en el golfo Pérsico.

Será un periodo crítico para la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), pero también será un momento en el que deberá gestionarse un aumento de la demanda en el mercado mundial de crudo.

En definitiva, el peso del crudo iraquí en el mercado mundial de petróleo se incrementará de forma significativa, pero no alcanzará unas proporciones que puedan hacer descarrilar a la OPEP. Esto se debe precisamente a la evolución de la demanda de petróleo.

Irónicamente, no serán ni Estados Unidos ni Reino Unido, los líderes de la coalición militar, los países que más se beneficien de un reforzamiento de la salud petrolera de Irak. Serán los países asiáticos, que al menos dependen en un 80% del petróleo del golfo Pérsico y que tienen limitado el acceso a fuentes de energía suplementarias.

Excepto en el caso del consumo de gasolina de los automóviles, Europa y Estados Unidos reforzarán otras fuentes de energía en lugar del petróleo. En efecto, el gas natural ha sido ya el gran ganador. Al contrario que en Estados Unidos y Europa, el coste de sustituir el petróleo por el gas natural es prohibitivo para muchos países asiáticos. Con Asia creciendo económicamente y con la población aumentando, necesitará petróleo para mantener ese crecimiento. Esto significa que el nivel de dependencia de Asia respecto al petróleo del golfo Pérsico, y de Irak, sólo puede crecer.

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