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Lealtad, 1

La partida comenzó el jueves

En esa gran mesa de juego en que se han convertido los mercados financieros y de materias primas en los dos últimos años se libra una de las partidas de póquer más excitantes de la historia reciente. Miles de millones de dólares y de euros pasan de unas manos a otras en cuestión de segundos, porque los participantes juegan con dosis elevadas de apalancamiento, que son aquellas que procura el no menos fabuloso circo de los derivados.

Desde el jueves de la semana pasada la tragedia se masca en el ambiente, como en las mejores novelas policíacas. Algunos de los jugadores sospechan que hay alguien sentado a la mesa que esconde ases en la manga o que tiene las cartas marcadas. Alguien que tiene información de primera mano o, en su defecto, una envidiable inspiración divina.

Hay ruido de navajas debajo la mesa. ¿Por qué se produjo la reacción del dólar y de las Bolsas, a la par que el hundimiento del oro y del petróleo en la tarde noche del jueves en Wall Street con los mercados europeos cerrados? ¿Por qué se produjo ese día la reacción y no ayer? ¿Por qué no una semana antes? ¿Por qué no una semana después?

La respuesta es clara una vez visto el desarrollo de los acontecimientos de los últimos días ¿Alguien duda del comienzo inmediato, cuestión de días, del ataque de Estados Unidos y algunos de sus aliados a Irak? Sólo quienes están impregnados de una esperanza que raya el misticismo confían en una solución pacífica. La mayoría ya ha tomado asiento en el teatro de la guerra. Está claro, por tanto, que hay participantes en el mercado dotados de un olfato especial, mágico, y que actúan en el momento justo, ni antes ni después.

La recompra masiva de posiciones cortas en Wall Street el jueves supuso el inicio de la partida de póquer más excitante de la historia. Cuidado con las cartas marcadas.

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