La prevención del blanqueo de dinero
El incremento en la sofisticación y en el volumen de dinero blanqueado, junto con una serie de factores externos e internos inherentes al negocio bancario hacen que la prevención del blanqueo de capitales sea una de las prioridades de las entidades financieras a escala mundial.
Entre los factores externos se encuentran desde los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 y la consiguiente regulación americana a través de la Patriot Act, hasta la aprobación de la Nueva Directiva 97/2001 de la UE, que modifica la directiva de 10 de junio de 1991. Entre los factores internos inherentes a la propia evolución del negocio bancario está el incremento del volumen y la complejidad de la operativa, el desarrollo de los canales de distribución no presenciales y el continuo desarrollo tecnológico que hacen que los riesgos inherentes aumenten mientras que los controles tradicionales sean sólo parcialmente eficaces.
Claramente, el sector financiero español viene realizando un considerable y continuo esfuerzo para evitar la entrada de capitales delictivos en el sistema financiero, pero este endurecimiento de los controles, debido a la mayor concienciación de las entidades, no sólo desde un punto de vista que podríamos denominar ético o de puro compliance, sino también de los riesgos que asumen, lleva a que los blanqueadores busquen formas alternativas, más sofisticadas, para disimular el origen delictivo de sus fondos.
En un contexto como el actual del mercado de servicios financieros, donde las operaciones transnacionales aumentan de forma considerable a través de canales no presenciales que facilitan las operaciones financieras 24 horas al día y preservan el anonimato del cliente, el riesgo potencial de nuevas técnicas de blanqueo de dinero crece de forma significativa.
El blanqueo de capitales implica un conjunto de transacciones múltiples que disfrazan el origen de los fondos para que puedan utilizarse sin comprometer a su titular, generalmente a través de tres etapas: la colocación de los fondos; la estratificación, o el distanciamiento de su origen por medio de varias capas de transacciones de mayor o menor complejidad; y la integración, es decir, la utilización de transacciones aparentemente legítimas para disfrazar los fondos ilícitos.
Aunque existen otros sectores con obligaciones en esta materia, las entidades financieras en su papel de intermediarios pueden ser utilizadas en cualquier fase del proceso de blanqueo de capitales; de ahí la trascendencia que para ellas cobra poder prevenir y detectar este tipo de operaciones.
La situación de partida de cada entidad es diferente, pero en conjunto los elementos integrantes de un programa de prevención del blanqueo pueden resumirse en: una estructura organizativa adecuada para dar soporte a esta función; la definición de procedimientos de prevención para las diferentes áreas de negocio (especialmente en banca comercial, banca privada, banca corresponsal, operativa off-shore y operativa online) en los que resulta clave la definición de adecuadas políticas para el conocimiento de los clientes; el establecimiento de programas de formación específicos; la evaluación de los riesgos inherentes a los productos y servicios ofrecidos a la clientela, y especialmente disponer de una plataforma tecnológica que permita dar soporte al modelo.
En relación con este último aspecto, las entidades trabajan en la evolución hacia modelos de prevención avanzados que potencian un enfoque de análisis mixto. Al ser las oficinas quienes mejor conocen a los clientes, se deben responsabilizar de informar sobre las operaciones que, a través de un sistema de filtros o alertas, les lleguen desde la unidad central, para después remitir sus comentarios a dicha unidad de prevención en los servicios centrales de la entidad para su sanción definitiva. Este análisis, que podemos denominar descentralizado, se complementa con el centralizado que, a partir de un sistema experto, genera el perfil de comportamiento tipo del potencial blanqueador y lo contrasta con cada cliente de la entidad.
Algunas entidades están avanzando hacia modelos más sofisticados que perfeccionan este enfoque con la utilización de herramientas de minería de datos que permiten detectar relaciones entre diferentes variables por medio de técnicas de regresión, árboles de decisión, redes neuronales, etcétera.
Es difícil que se elimine en su totalidad este tipo de actos delictivos. Sin embargo, en la medida en que se combine el apoyo normativo con los esfuerzos que las entidades están realizando para implantar adecuados procedimientos de prevención y se dispongan de los medios humanos y especialmente tecnológicos para dar soporte al programa de prevención, estos esfuerzos darán un claro resultado del que toda la comunidad financiera resultará beneficiada.