La banda ancha no lo es todo
En el mundo de las telecomunicaciones, la década de los años ochenta fue la de los servicios de voz; la de los noventa, la de los de voz móvil, y la actual, la de la banda ancha, el soporte tecnológico de esa sociedad de la información que va a transformar, ya lo está haciendo, el mundo en que vivimos.
Si apostamos por la nueva sociedad hay que hacerlo también por su infraestructura física, la autopista que permite convertir Internet en una herramienta multimedia y que hace posible que los datos viajen a la velocidad suficiente para que podamos utilizar las aplicaciones más avanzadas sin estresarnos. La banda ancha es rapidez y eficacia, y por eso sus usuarios están en la Red 10 veces más que aquellos que sólo utilizan la línea telefónica básica.
Casi la tercera parte de los internautas españoles navegan ya por la Red sin límite de tiempo gracias al millón y medio de accesos de banda ancha disponibles. De esa cifra, 1,1 millones son accesos ADSL y el resto utilizan el cable o alguna tecnología minoritaria emergente, como la transmisión por radio (LMDS) y por satélite, u obsoleta, como la red digital RDSI, pues cada vez es más fácil transportar información a través de cualquier red y acceder a la información desde terminales diferentes.
Además, la banda ancha ha crecido muy rápidamente y España ha saltado al quinto puesto entre los países grandes, delante de Estados Unidos, Francia o Reino Unido, por el porcentaje de uso entre sus internautas. De ellos presumen estos días políticos y empresarios de telecomunicaciones, aunque la banda ancha esté todavía muy lejos de llegar a todos.
Cada mes se instalan unos 50.000 módems de banda ancha y ese ritmo, además de ser rápido (son tres de cada cien módems que se instalan en todo el mundo), indica también que las tarifas actuales no son de momento el obstáculo principal para el desarrollo de la sociedad de la información, aunque si los precios del ADSL bajaran nadie duda de que podría irse más deprisa.
En el plan de acción e-Europa 2005, la asignatura de la banda ancha parece que la vamos a aprobar, pero en el desarrollo de la sociedad de la información tan importante como tener conexiones de calidad es que crezca el número de usuarios, y aquí nos estamos rezagando, sobre todo en hogares y pequeñas y medianas empresas.
Lo que frena el crecimiento de Internet en España no son las infraestructuras ni las tarifas de los accesos, sino el desconocimiento por gran parte de su población de cómo se utiliza y de las ventajas que su uso reporta, junto con la escasez de servicios y aplicaciones atractivas e innovadoras. Además, el parque de ordenadores personales sigue siendo insuficiente.
Para superar el primer obstáculo están los programas oficiales de alfabetización digital, desarrollados hasta la fecha más cerca del fracaso que del éxito y que están pidiendo a gritos un esfuerzo adicional para incorporar a Internet a millones de ciudadanos y de pequeñas empresas.
Para saltar el segundo obstáculo hay que desarrollar servicios útiles, como todos los relacionados con la e-Gobernanza, y poner en uso nuevas herramientas, como la firma digital, el e-DNI o la tarjeta sanitaria electrónica.
Y para aumentar el número de ordenadores no quedará más remedio, si no bajan los precios, que subvencionar su compra a una buena parte de la población.
El mundo globalizado en el que hoy vivimos obliga no sólo a las empresas, sino también a las sociedades, a ser competitivas, para así atraer inversión, empleo y riqueza. Y el desarrollo de una sociedad moderna y competitiva depende en gran medida de su capacidad para integrar en su modelo de vida los componentes de la sociedad de la información; la banda ancha y todo lo demás.