Para todos los riesgos
Los mercados de derivados ofrecen productos en los que se asumen diferentes grados de riesgo. Frente a los OTC, que se negocian fuera de los mercados organizados, están las opciones y futuros que comercializan los mercados oficiales
L
os comentarios de Warren Buffet, uno de los mayores inversores del mundo, acerca de los productos derivados han hallado eco en los mercados financieros. Buffet ha calificado a los derivados de 'bombas de relojería tanto para las partes envueltas en los contratos como para todo el sistema económico'. En estos momentos de altas primas de riesgo y mucha incertidumbre no extraña que los inversores le hayan prestado atención.
Los productos a los que Buffet se refiere son OTC (fuera de mercados organizados), negociados directamente entre las partes. A no ser que los contratos tengan una garantía están sujetos a un gran riesgo de impago por alguna de las partes. Como no se liquidan diariamente las posiciones, mientras dura la vida de estos productos las ganancias o las pérdidas pueden ser grandes, pero todo el riesgo se concentra en que a vencimiento la contraparte incumpla sus obligaciones. Estos productos tienen grandes nominales y condiciones específicas, por lo que, si una de las partes quiere cancelar su posición, es difícil encontrar contrapartida, por lo que son muy ilíquidos. Sin embargo, no todos los derivados tienen el mismo riesgo, y es importante diferenciarlos. Hay derivados que se negocian en mercados organizados -como las opciones y futuros negociados en MEFF, que es un mercado oficial regulado, controlado y supervisado-, donde el riesgo de contraparte o de incumplimiento es prácticamente inexistente. Los derivados que se negocian a través de un mercado eliminan el riesgo de contraparte, ya que existe una valoración diaria a precios de mercado (mark to market) y una liquidación de las pérdidas y ganancias a diario. Este mecanismo hace que lo máximo que se pueda perder sean las diferencias en el precio de un día y no las acumuladas en un periodo de tiempo. Además, la cámara se encarga de solicitar unas garantías adicionales para cubrir el riesgo de que un día una de las dos partes no realice sus pagos. Si el dinero depositado cae por debajo de esas garantías y el inversor no atiende las llamadas de la cámara para depositar dinero adicional, su posición es liquidada y finalizada. De esta forma el riesgo es mínimo. Además, MEFF y otros mercados organizados se encargan de que haya instituciones dispuestas a dar contrapartida a las posiciones; son los miembros del mercado que se comprometen a dar precios a los productos derivados, creando así liquidez.
La gama de derivados está limitada sólo por la imaginación del hombre y que se puede construir un derivado sobre cualquier subyacente. También es cierto que los inputs de los modelos, y en ocasiones los mismos modelos, para valorar estos productos son muy discutibles, ya que hay un alto número de variables cuya estimación es casi subjetiva. Pero no todos los derivados tienen la misma dificultad para valorarse. Cuanto más raro o especial sea un producto, más difícil será valorarlo y más difícil será que las partes estén de acuerdo en la valoración. Los derivados que se negocian en un mercado organizado no están sujetos a estas objeciones: son estándares y existen numerosos participantes en el mercado que dan precio a las posiciones, lo que minimiza el riesgo.
El hecho de que sean estándares es una ventaja y un inconveniente. Es una ventaja, ya que existe una transparencia en su valoración y una seguridad en su negociación. Es un inconveniente porque no se ajustan con exactitud a las posiciones de los inversores y en ocasiones pueden resultar contratos demasiado grandes, demasiado pequeños, con un vencimiento demasiado corto, o viceversa. Pero los productos que se ofrecen cubren el 95% de las necesidades de los inversores particulares y gran parte de las institucionales.
Casi siempre los derivados que los inversores compran en Bolsa son para cubrir riesgos, por lo que sus posiciones suelen ser conservadoras. Se trata de productos conocidos por los mercados y con años de historia de negociación. Estos productos poco o nada tienen que ver con las 'armas de destrucción masiva' de las que habla Buffet, calificativos que se refieren a los derivados a medida negociados fuera de mercados organizados y con características muy especiales.