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Relaciones bilaterales

Francia y Alemania empiezan a sufrir el boicot a sus productos en EE UU

Jeff Rubby, restaurador de Cincinati, ha dejado de servir productos franceses (vinos, quesos, trufas...) en sus locales y los ha devuelto al distribuidor. 'Es una cuestión de patriotismo y de mostrar el apoyo a nuestras tropas', asegura. El dueño del restaurante Cubbie's en Carolina del Norte, Neal Rowland, decidió hace días cambiar el nombre de las patatas fritas y las tostadas (french fries y french toasts, respectivamente) a patatas y tostadas de la libertad.

Más expresiva ha sido la postura de Anthony M. Tola, de 49 años, dueño del restaurante Old Bay en New Brunswick (Nueva Jersey), quien no ha tenido ningún problema para deshacerse de varias botellas de vino francés y el carísimo champán Dom Perignon tirando su contenido por el inodoro. Más allá de la alimentación también hay más gestos. Angelo Pizzuti, un veterano de la Segunda Guerra de 80 años devolvió al consulado de Francia en Florida el certificado de agradecimiento francés por su participación en la liberación del país del nazismo. Crece el sentimiento en EE UU de que Francia no paga lo que dan en llamar una deuda histórica por la Segunda Guerra Mundial. Rowland ha servido de inspiración al representante republicano Walter Jones, que fue quien hizo circular una carta en el Congreso buscando apoyos para cambiar el nombre de las comidas 'francesas' en los restaurantes del Congreso como gesto y para mostrar el apoyo a las tropas.

La medida no ha gustado a todos. El senador Robert Byrd se mofó ayer preguntándose si ésta era 'una política exterior con fundamento'. El líder de los republicanos en la Cámara, Tom DeLay, aseguraba, por el contrario, que estas medidas no hacen falta 'porque los franceses se aíslan muy bien ellos solos'.

Desde las Cámaras de Comercio y embajadas de los países afectados por esta ronda de gestos contra sus productos se toma nota, pero impera la cautela. Una portavoz de la embajada de Francia en Washington asegura que lo ven como 'hechos aislados' y justifica el sentimiento antifrancés en que este país tiene derecho de veto en el Consejo de Naciones Unidas. 'La posición francesa es una amenaza mayor'.

Desde la Cámara de Comercio americano-alemana, su portavoz comentaba que las relaciones de EE UU con Francia han sido siempre más tirantes que con Alemania, a pesar de que este país se oponga también a los planes bélicos de George Bush. No obstante, los alemanes ya han hecho un estudio y están ultimando otro en el que se hace seguimiento de las consecuencias de su postura en la guerra. Las conclusiones apuntan a que los grandes negocios no han sido afectados en EE UU, pero los que tienen relación con los consumidores se mantienen más vigilantes. 'Puede que tengan que anticipar alguna medida', dicen. También en la Embajada francesa están alerta. En Alemania recuerdan cómo tras la Primera Guerra, el sauerkraut pasó a llamarse col de la libertad y los frankfurters, perritos calientes. La cuestión ha llevado al comisario de Comercio de la UE, Pascal Lamy, a decir que puede haber 'un peligro de que estos sentimientos mal concebidos se reflejen adversamente en las relaciones comerciales trasatlánticas'. En el Congreso se oyen cosas que pueden preocupar a Lamy, como la propuesta de que el Pentágono no acuda al show aéreo de París o la que aboga por imponer más medidas sanitarias imposibles al agua y el vino francés para impedir su importación.

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