La fragilidad de los bancos añade presión a unas Bolsas deprimidas
Hace 25 años, la que entonces se denominaba banca industrial lo acaparaba todo. Vinieron los fallidos y las suspensiones de pagos en cadena y estas entidades desaparecieron llevándose por delante a un gran puñado de empresas cotizadas en Bolsa, muchas de ellas emblemáticas en esas fechas.
La desvinculación de posiciones y la acotación de riesgos impuestos por los reguladores años después hizo creer que la nueva banca, la banca comercial, estaba por encima del bien y del mal. Todo funcionaba con normalidad, salvo casos de gestión fraudulenta, hasta que se puso de moda la ingeniería financiera y aparecieron en el mercado multitud de instrumentos especulativos vinculados a los futuros.
La banca comercial ha sorteado con demasiada frecuencia las barreras impuestas por los reguladores gracias al manejo de futuros y otras operaciones de legislación confusa. Dicho de otro modo, ha sumido posiciones en empresas y negocios a través de la Bolsa. No interviene, se dice, en la gestión ni en la proyección de compañías o negocios, pero asume los riesgos de una devaluación súbita de los precios de las acciones en cartera.
Cuando la mayor parte de los participantes en el mercado consideraba que con el estallido de la burbuja tecnológica se había dado carpetazo a este asunto delicado, resulta que lo que se conoce como vieja economía también salta por los aires. Ahold es el penúltimo aviso.
Veinticinco años después bancos que siempre se han caracterizado por su rigor muestran balances muy débiles, principalmente los alemanes, y llenan los mercados de rumores sobre situaciones complicadas y amenazas de contracción del crédito. La reacción en cadena no ha tardado en producirse y junto con los bancos caen las grandes compañías aseguradoras. La próxima gran explosión si nadie lo remedia será la de los fondos de pensiones, dicen los expertos.
Resulta descorazonador, en este escenario, oír a conferenciantes y telepredicadores que lo peor ya ha pasado para las Bolsas y que con el estallido del primer misil en Irak los índices recuperarán la fuerza de antaño. Esa es la apuesta nefasta del momento.
Brasil vuelve a ser referencia obligada
Cuentan los analistas en sus informes de estrategia que el tiempo juega en contra de los países emergentes en general y de Latinoamérica en particular. El deterioro de la situación económica en los países más industrializados hace que los flujos de fondos que van a éstos sean cada vez más limitados.Economías, como la brasileña, que necesitan de la llegada continuada de capitales foráneos se encuentran, así, en la encrucijada y vuelven a ser referencia obligada. A Brasil comienzan a lloverle los problemas. UBS Warburg redujo hace unos días la recomendación de la deuda brasileña debido al aumento de la inflación y al temor de que la legislación para recortar el gasto público se demore. La inflación es una de las grandes amenazas para este país. Los principales economistas brasileños acaban de subir su previsión de inflación para 2003 por quinta semana consecutiva. Ello sugiere que hasta ahora los altos tipos de interés no han logrado frenar la aceleración de los precios al consumidor. La tasa de inflación podría alcanzar el 12,06% a fin de año.